Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid ha desarrollado un modelo que utiliza el procesamiento digital de la imagen y la inteligencia artificial para la detección precoz del cáncer de mama. Actualmente el cáncer de mama, una de las principales causas de muerte en la población femenina a nivel mundial, es detectado y diagnosticado con una combinación de exámenes físicos, imágenes y biopsias.

En este contexto, y con la intención de colaborar en el trabajo de los radiólogos en el diagnóstico precoz del cáncer, el Grupo de Automatización en Señal y Comunicaciones (GASC) de la Universidad Politécnica de Madrid ha desarrollado un modelo basado en la diagnosis asistida por ordenador (Computer Aided Diagnosis, CAD) y la automatización de la visualización de imágenes. De esta forma, se consigue mejorar en el diagnóstico ya que las mamografías son imágenes difíciles de interpretar por los radiólogos, en general estas imágenes tienen muy poco contraste y pueden mostrar diferentes características y patrones dependiendo de la anatomía del seno y densidad del tejido, lo cual varía con la edad del paciente, su estado hormonal y físico.

Una señal importante de posible cáncer de mama es la existencia de pequeños depósitos de calcio incrustados en el tejido de la mama, usualmente llamados microcalcificaciones. Las microcalcificaciones malignas se caracterizan por ser más numerosas, agrupadas, pequeñas, con forma de punto o elongadas y su tamaño, forma y densidad pueden variar. En cambio, las microcalcificaciones benignas se caracterizan generalmente por ser grandes, más redondas, numéricamente inferiores a las malignas, su distribución es más difusa y su tamaño y forma son más homogéneos. Sin embargo, la caracterización de las microcalcificaciones representa un problema difícil, aún para el radiólogo experimentado, principalmente por su tamaño(1), incluso con la utilización de los sistemas CAD, que han sido de gran ayuda para la interpretación de las mamografías por más de dos décadas.

El diagnóstico temprano del cáncer de mama influye mucho en el pronóstico de la enfermedad, y en ese sentido, el doctor Federico Coló, mastólogo del Instituto Alexander Fleming de la ciudad de Buenos Aires, señala que gracias a la mamografía, se observa un incremento del diagnóstico de cáncer de mama de entre el 1 el 2 por ciento.

“Todo nódulo menor de un centímetro, se detecta con una mamografía –explica el especialista- y a partir de los 40 años hay que realizar una mamografía anual. Los nódulos de entre un centímetro y un centímetro y medio son detectados por el médico. Cuando lo encuentra la mujer, ya sea con el auto-examen o de casualidad, el nódulo ya tiene por lo menos dos centímetros. Ahí radica la importancia de la mamografía como medida de detección precoz”, plantea Coló y dice que aunque la mamografía es muchísimo más efectiva como elemento de diagnóstico, el auto-examen sirve para concientizar a la mujer.

La mama está constituida por glándulas, conductos, tejido graso y muscular y estos dos últimos son los que le dan volumen y consistencia al seno. Además, la mama contiene un número variable de globulillos (entre 10 y 20) y otros tantos conductos excretores de leche que desembocan en el pezón y que son los que producen la leche materna.

Haciendo una división imaginaria del seno en cuatro partes, puede decirse que la mayor cantidad de conductos se encuentra en el cuadrante superior externo de la mama, el más cercano a la axila. Y es justamente en esa zona donde aparecen la mayoría de los tumores malignos –aproximadamente un 50 por ciento-.

Una vez al mes, el auto-examen de mamas se debe convertir en un hábito. El momento ideal es una semana después de que termina el sangrado menstrual, porque la congestión fisiológica que se produce en las mamas por el estímulo hormonal ya va a haber desaparecido. En el caso de que la mujer no menstrúe (por estar embarazada o por otras razones), debe elegir un día que le resulte fácil de recordar y realizar el examen mensualmente.

Cómo practicar el auto-examen:
- Pararse frente a un espejo y observar los senos primero con los brazos relajados, después con las manos presionando la cintura –para que se contraiga el músculo pectoral- y finalmente con los brazos elevados por encima de la cabeza.
- Estar atentos a la presencia de alteraciones de tamaño, de forma o de contorno (fijarse si hay durezas, bultos o retracción del pezón). También hay que observar si la piel presenta alguna ulceración o eczema.
- Acostada, con un pequeño almohadón debajo del hombro correspondiente a la mama que se va a palpar y con ese mismo brazo ubicado de tal forma que la mano quede detrás de la nuca, palpar la mama con los tres dedos centrales juntos y planos.
- Realizar movimientos en espiral alrededor de la mama, presionando suave pero firmemente y repitiendo el movimiento circular en cada punto que se palpa, desde la periferia hasta el pezón y en el sentido de las agujas del reloj.
- Luego realizar movimientos verticales, desplazando la mano para arriba y para abajo, de modo de cubrir toda la mama.
- Después realizar los movimientos por cuadrante, desplazando la mano desde el pezón a la periferia y regresando, hasta cubrir todo el seno.
- La axila también debe palparse con movimientos circulares y ejerciendo un poco más de presión de la que se utilizó en la mama.
- Por último se palpa la areola mamaria y el pezón, presionándolo entre el pulgar y el índice para ver si existe algún tipo de secreción. También hay que levantar el pezón junto con la areola para comprobar si existe buena movilidad o adherencia.

Fuentes: Universidad Politécnica de Madrid - Planeta Mamá