Los medicamentos están para curar, paliar el dolor y contrarrestas problemas físicos. Sin embargo, su uso se está descontrolando. Es que los más jóvenes utilizan muchos remedios para alcanzar estados de sopor, relax y placer sin contar con la recomendación de los médicos. La tendencia crece y asusta a los especialistas.

Aunque hasta hace poco era de público conocimiento que los adolescentes y jóvenes habían incorporado a sus salidas nocturnas la toma de calmantes como Lexotanil y Rohypnol mezclados con alcohol para provocar estados de euforia. Desde hace tiempo hay un fenómeno que alarma: el uso de opiáceos derivados de la morfina. 

Son calmantes compuestos por derivados del opio, como la morfina, codeína, los congéneres semisintéticos derivados de ellas y de la tebaína, otro componente del opio. Son principios activos que poseen mayor potencia analgésica que todos los conocidos.

“Sorprende la cantidad de chicos que hacen uso de este tipo de fármacos y cada vez se trata de casos más complejos”, contó la toxicóloga Silvia Martínez a Rosario3.com.

Según explicó la especialista lo que producen es “una gran sensación de bienestar y un estado placentero”. Y apuntó: “Se trata de drogas muy adictivas que generan un síndrome de abstinencia muy grande”.

Se trata de analgésicos, donde la morfina y la metadona son las más destacadas. En condiciones bien definidas son utilizados para controlar el dolor muy fuerte, por cortos períodos, bajo estricta supervisión médica y en dosis controladas.

El uso de estas sustancias es recetado para enfermedades terminales para ayudar a lo que las terapias de tratamiento del dolor denominan “bien morir”. Sin embargo, son muchos los que lo usan sin receta y con otros fines.

“Es claro que hubo un aumento de consumo de analgésicos porque hubo un incremento de la prescripción”, advirtió a Rosario3.com Leo Jurado, director del departamento de actualización profesional del Colegio de Farmacéuticos.

Sin embargo, Jurado señaló que “es raro que se compre sin receta, ya que se trata de drogas cuyo suministro está sumamente controlado”.

Es que según el profesional, la venta es bajo receta oficial. “Hay dos tipos de recetas: una común y otra oficial. En el caso de los opiáceos la que se usa es la oficial que es impresa por el Estado. El médico lo tiene en su poder y con eso es con lo único que se lo puede comprar en la farmacia”, dijo Jurado. Y abundó: “Las unidades que están en la farmacia están contabilizadas para mayor seguridad”.

De todas maneras, para muchos jóvenes el acceso al onírico camino de los opiáceos tiene sus atajos. La toxicóloga Martínez que cuenta con unos 10 o 15 pacientes que presentan este hábito de consumo confirma que son muchos los que alcanzan esa medicación a través de enfermeros, médicos y farmacéuticos. “Se me está presentando con más frecuencia que antes este tipo de usuarios que llegan al consultorio. Aunque hace 15 años el consumo se veía ahora es claro que hay un abuso”, dice la especialista.

En tanto, para Jurado la forma de acceso a esos medicamentos es más sencilla en el ámbito de lo público que en el privado. “No sólo que en las farmacias hay mucho control sobre estas drogas sino que no todas tienen stock de esos medicamentos. En cambio, en el ámbito hospitalario es más frecuente que un médico o un enfermero solicite eso y los controles lleguen después de suministrarlo”, explicó.


Sin remedio

Según reveló un estudio del Instituto Argentino de Atención Farmacéutica tres de cada 4 argentinos toma remedios sin consultar al médico. Además, el 90 por ciento de los mayores de 18 años probaron analgésicos alguna vez sin control médico. Y que un tercio de la población lo hace una vez al mes.

Según Jurado Klosidol, Calmador, Tratote, Mental gin y los medicamentos que cuentan con la droga llamada tramadol –que aunque un poco más lejano igual es derivada de la morfina– son los que más se consumen.

El costo de cada caja no baja de los 150 pesos y también existen las preparaciones magistrales como el jarabe de morfina que se hacen en algunas farmacias que trabajan con especialistas en terapia del dolor.

Por su parte, Jurado adjudicó el consumo de “el uso de la morfina usada correctamente es el único salvataje para el enfermo terminal, pero para aquellos que la toman sin padecer esos dolores y sin supervisión médica la dependencia es absoluta y las consecuencias fatales”.