Rosa Molina, la aborigen de 56 años que con sus 24 kilos se convirtió en símbolo de la marginación de las etnias originarias chaqueñas al ser fotografiada en la catedral de Resistencia, murió rodeada por sus familiares en la ciudad de La Plata, tras padecer un cuadro de desnutrición que deterioró su organismo.
Según publicó el diario La Nación, los sobrinos de la mujer, que vivía en el barrio Cacique Pelayo de la localidad chaqueña de Fontana, dijeron que murió a raíz de un paro cardíaco causado por sus problemas respiratorios crónicos, agravados por la desnutrición.
"La llevaron sus parientes después de diez días de internación en el Hospital Perrando y sin que Rosa aumentara de peso. Ahora nos enteramos de su muerte, que eleva a 15 el número de aborígenes fallecidos en el Chaco desde julio de este año", dijo el titular del Centro de Estudios Nelson Mandela, Rolando Núñez.
Según este diario, en julio pasado, doce aborígenes de la comunidad toba habían muerto por desnutrición en el Chaco. En la provincia viven 50.000 aborígenes. La noticia provocó la reacción de la Iglesia y del defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, que reclamó al Gobierno asistir a quienes se encuentran en esa situación de emergencia.
Hace doce días la Corte Suprema de Justicia ordenó al gobierno nacional y al del Chaco proveer alimentos y agua potable, medios de transporte y comunicación a los puestos sanitarios de las comunidades indígenas chaqueñas, en su mayoría tobas, que viven en el sudeste del departamento de General Güemes y en el noroeste del departamento de Libertador General San Martín.
Según publicó el diario La Nación, los sobrinos de la mujer, que vivía en el barrio Cacique Pelayo de la localidad chaqueña de Fontana, dijeron que murió a raíz de un paro cardíaco causado por sus problemas respiratorios crónicos, agravados por la desnutrición.
"La llevaron sus parientes después de diez días de internación en el Hospital Perrando y sin que Rosa aumentara de peso. Ahora nos enteramos de su muerte, que eleva a 15 el número de aborígenes fallecidos en el Chaco desde julio de este año", dijo el titular del Centro de Estudios Nelson Mandela, Rolando Núñez.
Según este diario, en julio pasado, doce aborígenes de la comunidad toba habían muerto por desnutrición en el Chaco. En la provincia viven 50.000 aborígenes. La noticia provocó la reacción de la Iglesia y del defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, que reclamó al Gobierno asistir a quienes se encuentran en esa situación de emergencia.
Hace doce días la Corte Suprema de Justicia ordenó al gobierno nacional y al del Chaco proveer alimentos y agua potable, medios de transporte y comunicación a los puestos sanitarios de las comunidades indígenas chaqueñas, en su mayoría tobas, que viven en el sudeste del departamento de General Güemes y en el noroeste del departamento de Libertador General San Martín.