Ricardo Albertengo, el preso con salidas transitorias que asaltó y tomó rehénes en una clínica de Oroño al 700, se retiraba todos los días a las 8 de la Unidad Penal III, la cárcel de Zeballos y Ricchieri, y volvía a las 21. En ese lapso, todos creían que trabajaba en un gimnasio. Pero evidentemente los controles se relajaron: todo indica que el de este martes no fue el primer hecho de este tipo que protagonizó, ya que los investigadores policiales ven demasiadas coincidencias con casos similares en otras clínicas céntricas.

Es más: la sospecha es que tenía incluso más robos planificados. Es que entre las cosas que tenía encima al momento de ser detenido, el delincuente tenía encima un listado de clínicas, spas y estudios jurídicos que se presume analizaba como posibles blancos de asaltos.

En todo caso, sobre estas cuestiones seguramente fijará la indagatoria, fijada por el juez Juan José Pasos para este miércoles a las 18. Para determinar si es también autor de anteriores robos a clínicas serán fundamentales las ruedas de reconocimiento a las que serán convocados víctimas de esos hechos, ya que en todos los casos, como se hacía pasar por paciente, el ladrón actuó a cara descubierta.

Atento a esta posibilidad, Lucía Aráoz, la fiscal del caso, no descartó que en el asalto a la clínica de Oroño al 700 haya contado con un cómplice que lo esperaba afuera. Es que ese fue el modus operandi de los hechos anteriores.

Antecedentes

Albertengo, hoy de 41 años, fue detenido en 1994, luego de protagonizar un hecho muy parecido al de este martes. Aquella vez, con un cómplice, intentó asaltar un negocio de 3 de Febrero al 900. No lo logró porque hubo un llamado de alerta a la policía y en su huida se metió en un bar de Sarmiento y 9 de Julio, donde tomó de rehén a una empleada y terminó matando a un cliente.

Condenado en mayo de 1996 a prisión perpetua por el juez de Sentencia 2, Antonio Ramos. Tras una conmutación, la pena se redujo a 19 años y dos meses. A partir de 2004 accedió al beneficio de las salidas legales. Y en 2007 comenzó a tener salidas laborales.

La fiscal Araóz, en diálogo con el programa Diez puntos de Radio 2, dijo que desde el Servicio Penitenciario le informaron que el preso tenía "conducta ejemplar", un requisito indispensable para las salidas transitorias.

Además, confirmó que el juez de Ejecución Penal, Efraín Lurá, quien tenía a su cargo el otorgamiento y el control de las salidas transitorias, se jubiló y que la tarea recayó sobre los jueces de Crimen.

El testimonio de un antigua víctima

En tanto, Liliana, una comerciante que fue víctima de un robo a manos de Albertengo, comentó este miércoles en diálogo con Radio 2 que se sintió muy impresionada cuando se enteró que el delincuente estaba en la calle y que había cometido otro delito.

El cometido por Albertengo fue el primer robo que sufrió Albertengo, en 1994, y luego hubo muchos más. La mujer recordó la violencia de ese hombre que les apuntaba con un arma a ella y su padre y los amenazaba de muerte. “Es tan feo tener tu vida en manos de un delincuente”, afirmó.

Para ella, es “un trauma que aún perdura”. “Alguien tiene que explicar por qué esta persona sigue haciendo desastres, sigue traumando a la gente”.

Sí, por qué gozaba del beneficio de las salidas transitarias y, más que eso, por qué no había un control sobre lo que hacía en la calle, es todo un tema a debatir ahora que pasó lo que pasó.