Chacho Álvarez, quien vive en Montevido, viajó la semana pasada a Buenos Aires, listo para encontrarse con su novia Soledad Silveyra. Pero nunca imaginó que su arribo le traería un dolor de cabeza.
Ni bien pisó suelo argentino, una señora de unos 70 años empezó a gritarle en medio del aeroparque: "¡Chacho!, Chacho! Ojo con esa que le gusta más el sexo que el caviar".
El ex vicepresidente que renunció a su cargo en medio de la polémica por las denuncias de coimas en el Senado, se puso colorado y empezó a caminar más rápido. La mujer insistía en darle consejos amorosos a los gritos, mientras lo perseguía por todos lados.
Cansado, Chacho le dio cien pesos para que la mujer se calle la boca y santo remedio.
Ni bien pisó suelo argentino, una señora de unos 70 años empezó a gritarle en medio del aeroparque: "¡Chacho!, Chacho! Ojo con esa que le gusta más el sexo que el caviar".
El ex vicepresidente que renunció a su cargo en medio de la polémica por las denuncias de coimas en el Senado, se puso colorado y empezó a caminar más rápido. La mujer insistía en darle consejos amorosos a los gritos, mientras lo perseguía por todos lados.
Cansado, Chacho le dio cien pesos para que la mujer se calle la boca y santo remedio.


