Según Ramón Grimalt, profesor de Dermatología de la Universidad de Barcelona, en la identificación de los hematomas provocados por maltrato físico la localización es fundamental. Los que se presentan en zonas protegidas como las orejas o la cara interna de los muslos podrían indicar, no un hecho accidental, sino un caso de maltrato.

Los especialistas señalan que “distinguir la causa de este tipo de manifestaciones por la apariencia de las lesiones se convierte en todo un reto en el que los dermatólogos tienen una importante función”.

Sin embargo, señalan los autores de un artículo publicado en la revista “Piel”, debido a la poca o nula formación dirigida a reconocer este problema, para muchos dermatólogos, el maltrato físico apenas aparece en el listado de diagnósticos diferenciales, a pesar de que los signos cutáneos son la manifestación más común (los presenta más del 90%) y fácilmente reconocible.

"El maltratador no pega en las zonas más huesudas, donde se puede hacer daño, sino en las más blandas y protegidas, como las nalgas, la espalda, el tronco, los brazos, los genitales, la cara interna de los muslos, las orejas, las mejillas y el cuello", resalta la investigación.

Los dermatólogos también deben fijarse en la evolución normal del hematoma, el aspecto, la coloración, la profundidad y las características propias de la piel de cada niño. Por ejemplo, explica el profesor, si observamos que un niño tiene moratones de varios colores, uno amarillo, otro morado, otro verde (reflejan los distintos estadíos)... Sería mucha casualidad que se haya caído repetidamente. Podría tratarse de un maltrato periódico".

En cuanto al aspecto, las formas pueden indicar el objeto causante: una cuerda, un cinturón, un cordón, un alambre... Así, "si el niño ha sido abofeteado con fuerza, podemos encontrar líneas verticales purpúricas, que son reflejo de los espacios interdigitales, normalmente en las mejillas", añade el experto.

Los moretones, tan habituales en los niños, son la señal más frecuente del maltrato infantil, junto con las mordeduras, las quemaduras y la alopecia traumática, además de dermatitis graves, xerosis (sequedad de las mucosas corporales), higiene pobre y pediculosis frecuentes.

Claves como esta son las que los dermatólogos tienen en cuenta a la hora de valorar un posible maltrato infantil. Otro caso habitual sería el de un niño con quemaduras. No hay que olvidar que éstas se presentan en un 6-20% de todos los maltratos físicos y los niños menores de tres años son los más afectados.

Aunque menos frecuente, la alopecia también puede ser resultado del maltrato físico. "La traumática suele acompañarse de hemorragias subgaleales y dolor y las zonas alopécicas muestran unos bordes muy irregulares. Es difícil diferenciarla de otras formas más comunes como la alopecia por tracción o la areata", indica el doctor Grimalt.

Una historia no creíble, versiones contradictorias y las incongruencias son los signos de alarma ante los cuales habría que prestar especial atención. Pero existe otro indicador: el tiempo que transcurre entre la aparición de la lesión y la visita al médico.

Teniendo en cuenta que el maltrato es crónico y que las lesiones cutánea pueden ser confusas, los autores del editorial apuestan por un papel protagonista del dermatólogo. "Creemos conveniente hacer hincapié en la importancia que debería adquirir el dermatólogo en la evaluación de los signos cutáneos sospechosos de maltrato. Diagnosticarlo y declararlo a las autoridades competentes es fundamental".

Fuente: El mundo