Estar enfermo o recibir una mala noticia pueden ser excusas para faltar al trabajo. Pero hay quienes se las arreglan para buscar excusas para no asistir a su sagrado centro laboral, según publica el portal de la BBC Mundo.

El problema es que el repertorio de excusas tiene un límite y mucha gente recurre a los pretextos más extraños para justificar la pereza. Está en el jefe creer o no estas increíbles excusas.

Por ejemplo, en Gran Bretaña hay quienes dicen que no puede ir a trabajar porque están muy borrachos. Ésta es una de las excusas más populares entre los británicos y, curiosamente, es muy aceptada, aunque no parezca aceptable.

La del pariente enfermo ya no funciona, porque es usada con tanta frecuencia que uno no se explica como el dichoso familiar aún está vivo con tanto achaque. De hecho, hay quienes han matado al mismo pariente más de una vez, lo que cual plantea una duda más existencial que laboral.

Otros dicen que perdieron el avión, cuando todo el mundo sabe que el tipo no iba a ningún lado ni regresaba de alguno.

Pero hay otras que entran en el riesgoso territorio de la desvergüenza: no tengo ganas. Ésta no es muy es convincente, a menos que uno sea su propio jefe y se la diga al espejo.

"Estaba tratando de cerrar mi casa con llave cuando ésta se me rompió y me quedé atrapado fuera". "Llamé al cerrajero, y me dijo que llegaría en una media hora, pero se demoró dos horas, no tenía el equipo adecuado y ahora ya es muy tarde". Si uno suena como que está hablando bajo techo, el argumento pierde validez.

"No encuentro mi automóvil", también es otra excusa. Esta funciona siempre y cuando uno sea dueño de un super vehículo y no trabaje en el departamento de ventas de la Ford, por ejemplo, porque eso le puede costar a uno el puesto