El Plan Nacional de Formación Docente que se comenzará a aplicar este año intenta subsanar la realidad de 1.206.688 docentes que han elegido esta profesión y hoy se encuentran en situaciones en las que carecen de las herramientas necesarias para formar a alumnos cada vez más diversos.
Entre sus innovaciones, incluye un mínimo de cuatro años de cursada, y se hará hincapié en reponer la autoridad del docente frente al aula, reforzar su responsabilidad de cara a los resultados de los alumnos y una planificación de la oferta docente en función de la demanda en las provincias.
¿Cuáles son las mayores dificultades que tienen los docentes en las aulas? Según un análisis de los docentes novatos (recién recibidos) insertos en el Programa Desarrollo Profesional de Formadores para el Acompañamiento a los Docentes Noveles en el Sistema de Formación Docente, de 2008, realizado por el Instituto Nacional de Fornación Docente (Infod), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el 65% de los docentes noveles se siente capacitado en los distintos contenidos que tiene que transmitir en la gran mayoría de las situaciones y el 33% se reconoce de esta manera en sólo algunos casos.
Esta encuesta se realizó a 157 docentes que iniciaban su carrera profesional en las provincias de Tucumán, Misiones, Córdoba, Neuquén, Salta, San Luis, Santa Fe y La Pampa.
A la hora de reconocer sus fallas, los novatos manifestaron en su mayoría (33%) que se sentían más débiles en la utilización de estrategias de enseñanza, incluida la selección de materiales didácticos, la planificación y la evaluación. El aspecto que sigue en orden de importancia es el relativo al trabajo con los alumnos que presentan dificultades y su entorno (un 22%, incluyendo aquí cuestiones vinculadas con la disciplina). Un 10% considera como falla, específicamente, lograr el dominio del grupo.
Al recrudecimiento de los niveles de pobreza y la incorporación de alumnos a la escuela media, hay que sumar los cambios en los modelos familiares, el adelanto tecnológico y la degradación de la figura del docente. El perfil del alumnado ha ido mutando vertiginosamente, y el universo de los docentes también ha incorporado más matices. "Antes los chicos salían del secundario y se anotaban para ser docentes. Ahora, además de esos alumnos, tenés otros de 30 años que probaron varias carreras y eligen la docencia como descarte, o mujeres de 40 años, con hijos, que deciden retomar o iniciar sus estudios. Se estima que son cerca de 330.000 las personas que están cursando en todos los niveles para ser docentes", explica Graciela Lombardi, directora del Infod.
¿Es posible profesionalizar la docencia? Los especialistas coinciden en que son múltiples las dificultades que encierra el sistema actual: debilidad de la formación inicial de los docentes, sobredimensionamiento de la oferta de formación docente, mercantilización del sistema de capacitación y falta de contacto con la realidad que se vive en las aulas, por ejemplo.
Según datos del Relevamiento Anual de Establecimientos realizado por la Diniece en 2004, existen en el país 1099 instituciones de nivel superior no universitario que ofrecen carreras docentes, y de acuerdo con las últimas mediciones, el número estaría cerca de 1200. La cantidad resulta llamativa si se considera en relación con la de México, que cuenta con sólo 75, Francia con 30 y Chile con 34. Esta gran multiplicidad de institutos de formación docente (IFD) dificulta el control de la calidad de la formación, por lo que los conocimientos y las competencias de los egresados son dispares en todo el país.
"La mayoría de los institutos son privados, pequeños, están muy concentrados en algunas provincias y muy mal distribuidos. Se forman docentes no en función de la necesidad, sino de lo que la gente tiene ganas de estudiar", explica Claudia Romero, directora del Area de Educación de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella. Un estudio del IIPE-Unesco confirma esta apreciación: más del 57% de los IFD son pequeños, con una matrícula de hasta 200 alumnos, la tercera parte son instituciones medianas (entre 200 y 700 alumnos) y apenas el 10% de ellas pueden ser consideradas grandes establecimientos, con más de 700 estudiantes. Se recibe uno de cada siete inscriptos.
"Hay que contemplar los contenidos, pero también el ambiente de aprendizaje. En general, los IFD son contextos académicos pobres, donde no hay lugar para la investigación y el nivel de los profesores es muy bajo porque suelen ser personas mayores que no han seguido formándose y no tienen título universitario. Yo no dudaría con respecto a que los maestros tienen que formarse en las universidades, como sucede en Finlandia, Chile o Uruguay", afirma Romero.
Según el Censo Docente 2004, ocho de cada 10 docentes son mujeres; la edad promedio es de 41 años, y la mayoría ha completado estudios superiores.
Las escuelas con mayor porcentaje de alumnos en condición de vulnerabilidad social tienen menor porcentaje de docentes graduados en universidades. Los profesores del sector estatal, en promedio, provienen de familias con menos años de escolaridad que los del sector privado.
"En la Argentina, un docente no se ve como intelectual y se debería prestar atención a los consumos culturales, si lee libros y el diario, si va al cine y al teatro. Es un proceso muy difícil educar a chicos de contextos socioeconómicos distintos de los que uno pertenece. Esto se consigue con el desarrollo de una sensibilidad especial y con conocimientos no formales, como tener acceso a bibliotecas, eventos culturales, que puedan viajar dentro del país y conocer los matices de las distintas realidades sociales", explica Romero.
El documento Políticas para la docencia
Opciones y debates para los gobiernos provinciales, realizado por Florencia Mezzadra y Claudia Composta, de Cippec, presenta un preocupante panorama sobre la formación docente en la Argentina: no se forman maestros para el nivel medio, faltan en la formación inicial competencias básicas como alfabetización inicial de niños y niñas, lectocomprensión de textos académicos; se carece de instancias específicas de formación para el acceso a cargos directivos, y también en formación y capacitación continua.
A su vez, también presenta algunas sugerencias para mejorar esta situación, como la construcción de edificios propios para los IFD, que muchas veces los comparten en contraturno con otras escuelas; la creación de un programa de profesionalización para formadores de docentes; la incorporación de nuevos requisitos para el ingreso a la docencia en los IFD; la articulación de la formación docente con nivel superior universitario, y la eliminación de cursos cortos y desarticulados en la capacitación continua.
Fuente: Perfil


