Por Pedro Robledo

Eleonora Casano se despidió de la danza clásica en Rosario, en el Teatro El Círculo, donde anoche presentó "Carmen" y "Entre tangos y milongas", dos puestas de "Chapeau!".

En la primera parte, de cuarenta minutos, Cassano bailó "Carmen", la ópera compuesta por Georges Bizet, que cuando fue estrenada resultó un fracaso rotundo de público y crítica. Bizet falleció en octubre de 1875, cuatro meses antes de que "Carmen" se transforme en una ópera de enorme popularidad a partir de su exhibición en Viena.

Eleonora, y su compañía, contaron, bailando maravillosamente, una historia en cuatro actos en donde Carmen, una bella y seductora gitana, enamora sucesivamente al soldado José y luego al torero Escamillo. José y Escamillo se disputan su amor, quien manifiesta su impronta libertaria por momentos entregándose y por momentos huyendo sutilmente, hasta llegar al trágico final de la obra.

Es notable como la coreografía, creada por Alberto Alonso, logró transmitir los diferentes estados de ánimo de los protagonistas y merece destacarse también el excelente vestuario producido por Renata Schussheim.

Cassano lució como la Carmen que seduce, atrapa y abandona a sus enamorados. El intérprete de Don José, llegó a uno de los puntos más altos de la puesta, ya abandonado por Carmen, bailando su angustia y el personaje de Escamillo se mostró altivo y triunfador, aunque el poder siempre está en la protagonista y su irrenunciable libertad.

La obra contiene todos los ingredientes que definen al género de la "ópera comique": humor, sensualidad, sin declamaciones, con momentos de tensión, lirismo, drama y romanticismo.

Luego de un brevísimo intervalo, el telón volvió a abrirse y el tablao se transformó en un ámbito de compadritos.

La segunda parte del espectáculo, mostró quizás el presente y el futuro del trabajo artístico de Eleonora: su acercamiento a lo popular, como mostrando su final con lo clásico, pero también su instalación definitiva en lo popular.

En "Entre tangos y milongas", la música de Buenos Aires acompaña el brillante desempeño de Cassano y su cuerpo de bailarines, con coreografía y diseño de vestuario de Gustavo Mollajoli.

A modo de introducción, la puesta hace anclaje en los orígenes del tango. Seis bailarines masculinos, bien compadritos, recuerdan que así comenzó a bailarse el tango, entre hombres.

Fue un segmento de solamente treinta minutos, con sonidos de los años 30 y 40, en donde Eleonora abordó el tango con las formas y los movimientos del ballet clásico conviviendo con la ortodoxia del género.

Mientras sonaba Piazzolla, Eleonora le aportó a la obra tanguera lo fino y delicado de la danza clásica. En este fragmento, ella y su partenaire demostraron por qué la obra de Astor es tan versionada por los instrumentistas de la música clásica.

En el final, todos en el escenario lucieron más sueltos, menos tensos , pero con el mismo rigor técnico y la misma belleza estética.

"El choclo", la obra de Angel Villoldo, fue la elegida para el tramo final, en la que la artista y su performance consiguieron las ovaciones contenidas que el público ofreció como despedida.

Eleonora Cassano, tiene una rica trayectoria de 25 años de carrera en la danza clásica sin el típico divismo de este universo. Se despide de los escenarios con el ballet, pero aún tiene mucho para ofrecer. Seguramente la seguiremos viendo en el teatro, o haciendo docencia ó en el diseño de su propia compañía.