Tres estudios separados presentados en la conferencia anual de la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva revelaron que estos bebés tienen menos probabilidades de nacer prematuramente, ser pequeños o de morir en sus primeros días de vida.

Un tratamiento típico de fertilización in vitro (IVF) requiere extraer óvulos de la mujer, fertilizarlos en el laboratorio con esperma y posteriormente implantar uno o dos embriones en el útero.

Los embriones restantes se congelan para poder usarlos posteriormente en caso de que el ciclo de embriones "frescos" no sea exitoso.

Pero muchas veces éstos no se utilizan porque por lo regular se ofrece a las parejas tres ciclos de tratamientos con embriones frescos.

Uno de los estudios presentado en la conferencia en San Francisco, llevado a cabo en Finlandia, encontró que los bebés que nacen de embriones frescos tienen 35% más probabilidades de ser prematuros y 64% más probabilidades de nacer con bajo peso que los nacidos de embriones congelados.

El segundo estudio, de la Universidad de Pensilvania, revela que los bebés nacidos de embriones frescos tienen 51% más probabilidades de tener bajo peso y 15% más probabilidades de morir en los primeros días de vida que los de embriones congelados.

Otra investigación, del Hospital Real de Mujeres en Melbourne, Australia, descubrió que 11% de los bebés de embriones frescos tienen bajo peso al nacer, comparados con 6,5% de los nacidos de embrión congelado.

También encontró que 12,3% de los bebés de embriones frescos eran prematuros, comparados con 9,4% de los embriones congelados. Y 1,9% de los bebés de embriones frescos tenían más posibilidades de morir mientras que los de embriones congelados la cifra es de 1,2%.

No se sabe con claridad a qué se deben estos resultados pero estudios previos han sugerido que podría deberse a que los embriones más fuertes son los que sobreviven el proceso de congelamiento.

También se cree que estos resultados están vinculados a la calidad de la placenta, y a los sistemas digestivo y respiratorio del feto.

Se ha sugerido, por ejemplo, que cuando se utilizan embriones frescos las mujeres podrían estar todavía padeciendo los efectos de los poderosos medicamentos que se usan para estimular a los ovarios a que produzcan óvulos y esto puede afectar la forma como el embrión se desarrolla cuando es implantado en el útero.

Por otra parte, el usar embriones congelados permite a las mujeres recuperarse de los efectos de los fármacos y esto puede tener un efecto beneficioso en la placenta, simulando más una concepción natural.

Sin embargo, las posibilidades de tener un embarazo exitoso con embriones congelados son más bajas que con embriones frescos.

Las cifras de la Autoridad de Embriología y Fertilización Humana del Reino Unido muestran que en mujeres menores de 35 años, la tasa de éxito es de 31% con embriones frescos comparada con 20% con embriones congelados.

Fuente: BBC Ciencia