Primera fila: Néstor Kirchner rodeado por Jorge Obeid y Miguel Lifschitz. Segunda fila: Rafael Bielsa, Agustín Rossi y Hermes Binner. La foto del palco en el templo evangelista de Provincias Unidas al 2000, donde el presidente encabezó el acto de entrega de viviendas municipales, daba para todas las especulaciones políticas.

 

La primera giró en torno a la señal que representó que Kirchner haya subido al avión a Agustín Rossi y Rafael Bielsa, dos posibles candidatos a gobernador de Santa Fe por el Frente para la Victoria. “Kirchner no va a bendecir a ningún candidato”, anticipó a Radio 2 Rossi.

 

Que Bielsa estuviera en la comitiva sorprendió, ya que el ex canciller hacía rato que no tenía lugar en el avión presidencial y además siempre trabajó políticamente en la ciudad de Buenos Aires. Pero Rossi fue el que más hinchada propia tuvo, que se encargó no sólo de vivar al Chivo sino también de chiflar a Lifschitz. Ambos, Bielsa y Rossi, estuvieron sentados junto al eventual rival en las elecciones del año próximo: Hermes Binner. El ex intendente se llamó antes del acto a no subestimar al PJ snatafesino, sea quien sea el candidato: "Si mi hijo de 6 años va como candidato justicialista tiene asegurado el 35 po ciento de los votos", exageró. 

 

La otra se desató apenas se supo que el presidente había aceptado la invitación de un intendente socialista pero Lifschitz la despejó antes de que la visita se concretara: no hay posibilidad de que el jefe comunal fiche con el Frente para la Victoria para las próximas elecciones.

 

Sin embargo, como para que quede claro que más amigo del presidente es él, Jorge Obeid hizo su propia movida: viajó anoche a Buenos Aires y bajó del avión presidencial junto a Kirchner, mientras Lifschitz esperaba en tierra.

 

Las pancartas que se desplegaron en el acto, en tanto, también tuvieron sus particularidades. Sobre todo las que rezaban “Kirchner presidente, Binner gobernador”, firmadas –algunas con falta de ortografías incluidas– por la Federación de Tierra y Vivienda (FTV). Y tambíen, claro, las de los dueños de casa, los evangelistas, que también tuvieron su lugar entre el público.

 

Mientras, el que peleó su cuarto de hora y no lo tuvo fue Pedro González, que hizo algunos intentos por hablar con el presidente cuando éste se retiraba en medio e un tumulto, pero sin suerte.