Junio es el mes Internacional del cuidado de la fertilidad y aunque haya quienes todavía lo discutan, la infertilidad es una enfermedad: un sistema que no cumple sus funciones, en este caso, el reproductor, está enfermo. Según la Organización Mundial de la Salud la padecen casi 50 millones de parejas en el planeta.

Las razones que pueden obstaculizar la llegada de un hijo a nuestras vidas son muchas, tantas como las posibilidades de hacer algo al respecto, según especifió el Dr. R. Sergio Pasqualini, director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO a Télam. Hoy se considera que el 40 % de los casos tiene un origen femenino; otro tanto tiene un origen masculino; y el resto se divide entre los que tienen causas mixtas y aquellos sin causa aparente -casos en los que no se encontró ninguna alteración objetiva que lleve a un diagnóstico definitivo.

Además de los biológicos, existen otros factores que impactan en la calidad de vida y pueden alterar la capacidad reproductiva: desde el estrés y el tabaquismo hasta las drogas, el medio ambiente y las enfermedades de transmisión sexual. También, por supuesto, la edad. El cambio social quizás más trascendente es que la mujer prioriza su desarrollo profesional y retarda la creación de una familia. Al mismo tiempo, las parejas se construyen más tarde, deciden extender su tiempo de estar solos y tienen menos hijos.

Así, en la mujer, el ovario, y con él la fertilidad, decaen a partir de los 25 años. Al inicio, el declive es lento, pero hacia los 37 o 38 años, cuando se estima que el ovario tiene cerca de 25.000 óvulos, el descenso se acelera. Por su parte, si bien los hombres no pierden abruptamente la capacidad reproductiva, los espermatozoides van envejeciendo a partir de los 40 años y se acrecienta hacia los 60.

En el mes del cuidado de la fertilidad, la sugerencia más importante que los especialistas podemos hacer a partir de los cambios sociales, es que las parejas, y las mujeres en particular, planifiquen cuándo desean tener hijos. De esta manera, frente a la decisión de posponer, podrán siempre decidirse a vitrificar óvulos, que, si bien no provee una garantía, sigue siendo la mejor respuesta que la ciencia tiene frente a la postergación.

Ésta es una técnica de congelamiento de óvulos con descenso brusco de la temperatura que permite lograr muy buenos resultados al descongelarlos. De esta manera, si una mujer preserva sus óvulos de los 30 y luego, decide encarar la búsqueda de un hijo, o más, y no lo logra en forma natural, va a disponer de esos óvulos criopreservados para poder intentarlo.