No sólo de madera, hierro, piedra y cerámica se puede hcaer arte y esculturas. Aunque suene raro también el vapor sirve para una llamativa instalación artística.

Chorros de vapor verticales que caen en cascada para formar una inmensa capa que se estira en el suelo con música electro-acústica de fondo: la puesta en escena de este espectáculo en Tokio está firmada por Fujiko Nakaya, una artista japonesa que ha inventado "la escultura de vapor".

"Creo una escena para dejar que en ella la naturaleza se exprese. Soy una escultora de vapor, pero no intento modelarlo. La atmósfera es el molde, el viento el buril", explica a AFP la creadora.

En 1970, Fujiko Nakaya ya fue la sensación en la Exposición Universal de Osaka (oeste de Japón) vistiendo al Pabellón Pepsi con un inmenso velo de niebla que daba la impresión de evanescencia y tomaba diversas formas según la luz.

Esta primicia mundial de escultura de vapor provocó reacciones inesperadas: "Los bomberos llegaron y los responsables del anfiteatro vecino estaban furiosos porque sus sillones estaban húmedos", recuerda.

Desde entonces, Nakaya ha estado en todo el mundo, sobre todo en la última Noche blanca de Toronto, donde 200 mil visitantes deambularon por su niebla. La artista acompañará al músico y compositor islandés de electro-acústicia Johann Johannsson en el marco del 23o. Festival de Verano de Tokio los próximo 10 y 11 de julio.

"Me gusta divertir a la gente, permitirles probar físicamente mis creaciones, andar en la bruma" y "contentar a otros sentidos aparte de la vista, que está sobreexplotada en la sociedad de la información".

Su instrumento son vaporizadores de agua potable a alta presión que pulverizan gotas microscópicas, que se transforman en fina bruma.

Para realizar su obra, Nakaya minuta las entradas de agua, varía la orientación de los conductos, utiliza ventiladores para acelerar el movimiento o luces que calientan la atmósfera y generan corrientes verticales de niebla.

"Hay muchas maneras de controlar el vapor, pero yo estoy enfrentada a una materia viva con la que siempre debo luchar", cuenta esta jovial japonesa de 69 años de edad.

Como ella crea en espacios naturales, "la niebla está a la merced del viento", en el que puede apoyarse para desencadenar un movimiento.

El tiempo colorea sus creaciones: "muy blancas y volátiles si hace sol, grises y tenaces si llueve".
Y para el artista, los espectadores son también "kilos de energía" que modifican el proceso de evaporación.

"Un hombre corresponde a 100 julios (de energía): cuanto más numerosos son los espectadores, más rápido desaparece la bruma", precisa.

Precursora en el "arte tecnológico", Nakaya dice no haber sentido "nunca la contradicción entre arte y tecnología".
Reconoce la influencia de su padre, el científico Ukichiro Nakaya (1900-1962), inventor de la nieve artificial y pionero en el estudio de cristales de nieve, que caen en abundancia sobre su isla natal, la de Hokkaido (norte de Japón).

"Mi padre me ha enseñado el respeto de la naturaleza. Si quería aprender cualquier cosa sobre la nieve, le iba a preguntar a la nieve, al hielo..."

En su juventud, esta japonesa que ha vivido en Francia, Estados Unidos y España, pintaba "nubes" hasta que ella misma decidió "extraer su arte de los museos" donde podía anclarse.

"Siempre me ha encantado desaparecer en la niebla, esconderme", asegura. Cada espectador reacciona de manera diferente ante su obra: "El policía y el manifestante piensan en gas lacrimógeno. La enfermera huye, creyendo que está inhalando un insecticida tóxico", bromea la artista, que dice ser "muy popular entre los niños y los perros porque ellos adoran ir y venir" en la niebla.

La fugacidad de su obra no la molesta. La escultura de vapor "no se atrasa salvo en la memoria", se alegra esta mujer, que ha inspirado a toda una generación de grafistas.