Nuestro cerebro representa el 2 % del peso corporal y está formado por alrededor de 15.000 millones de neuronas. Se dice que sólo usamos el 10 % de sus capacidades. Contiene el sistema operativo que gobierna el funcionamiento de nuestro organismo. Nuestras decisiones conscientes se originan en él. Y las inconscientes también. Los investigadores continúan tratando de asomarse detrás de la cortina consciente de este órgano misterioso. Y lo que encuentran no deja de sorprender. Sorpréndase usted también. Al fin y al cabo, sus resultados están dentro de nosotros.
El poder de los objetos
Corría el año 2004 cuando un grupo de investigadores del Departamento de Psicología y de la Escuela de Negocios, ambos de la Universidad de Stanford, realizaron una serie de experimentos con resultados sorprendentes. La sola exposición inadvertida de un grupo de individuos a una serie de objetos relacionados con el mundo de los negocios (mesas de conferencias, portafolios) los volvía más competitivos. Los investigadores explican que los seres humanos estamos siempre buscando indicios de cómo actuar en cada situación que se nos presenta. Cuando no tenemos indicios claros de lo que se espera de nosotros, podemos terminar guiándonos por pistas que incorporamos sin darnos cuenta. Estas pistas pueden ser, como en el caso del experimento en cuestión, objetos que asociamos con el mundo de los negocios o con un ambiente competitivo. Resultado: nos volvemos más competitivos. Y sin darnos cuenta de ello.
El Dr. Wheeler, uno de los investigadores, dice que si bien ya se sabía que las imágenes y las palabras pueden influenciar subliminalmente el comportamiento de la gente, esta fué la primera vez que se demostró que los objetos tienen esa capacidad también.
“No somos conscientes de cuántas cosas a nuestro alredor afectan nuestro comportamiento”, agrega Wheeler. Y no estamos hablando de imágenes subliminales si no de objetos que están frente a nosotros y que miramos, tal vez sin ver.
Aromas holandeses
Un año después, Henk Aarts, psicólogo en la Universidad de Utrecht publicaba un artículo informando que un grupo de voluntarios se volvía más ordenados si habían estado en un lugar con aroma a limpio (creado por un balde escondido con agua y líquido limpiador con olor cítrico). Los voluntarios no eran conscientes del objetivo del experimento. Sólo se les pidió que completaran un cuestionario y posteriormente se les dio una golosina para que comieran. Esta golosina se desgranaba con facilidad formando migas. Los participantes que habían estado previamente expuestos al aroma a limpiador eliminaron con más frecuencia las migas que aquellos que no habían estado en contacto con el desodorizante.
Fuerza física y recompensa
Finalmente, en el año 2007, un grupo de investigadores franceses y británicos liderados por Chris Frith publicó en la revista Science un artículo que conectaba el procesamiento de las decisiones conscientes e inconscientes a una misma área cerebral. Como de costumbre se trabajó con un grupo de voluntarios a quienes se les mostraron imágenes de billetes en una pantalla y se les dió una palanca conectada a un sistema de detección. A continuación se les dijo que cuanto más fuerte apretaran la palanca al aparecer la imagen del billete en cuestión, más dinero ganarían. El tema fue que las imágenes de dinero en algunos casos eran percibidas conscientemente mientras que otras veces aparecían de manera subliminal. Sorprendentemente en ambos casos la misma área del cerebro se activaba. Esta zona se ubica en lo que se denomina el “cerebro de reptil”, bien por debajo de las áreas conscientes del cerebro.
Recordemos que cuando el cerebro se desarrolla en un ser humano repite los estadíos encontrados en la evolución de la especie: primero aparecen aquellas áreas más primitivas relacionadas con funciones básicas de supervivencia (buscar alimentos, escapar, luchar) y a medida que el feto se desarrolla aparecen por encima de las primeras, aquellas otras áreas características del ser humano más evolucionado (no entremos en polémicas sobrel el grado de evolución de determinados seres humanos: todos tenemos estas áreas).
Si bien los especialistas concuerdan en que la parte de nuestro cerebro responsable de nuestra conciencia está en la corteza prefrontal, estos resultados ponen de manifiesto que una zona primitiva de nuestro cerebro esta involucrada en la toma de decisiones incoscientes.
Implicancias
¿Los resultados obtenidos apuntan a desarrollar nuevas formas de manipular al ser humano? Los investigadores resaltan que intentar manipular a otros no es tarea sencilla. En cuanto alguien se da cuenta de que está siendo manipulado, actúa de manera opuesta a lo que se buscaba.
Los especialistas tampoco saben cómo y cuándo los deseos inconscientes se hacen conscientes o en qué circunstancias los seres humanos podemos superar por simple fuerza de voluntad nuestros deseos ocultos.
Lo que sí sabemos es que, como en una novela de Stephen King, tenemos una presencia escondida que puede llevarnos a actuar de determinada forma sin que nos demos cuenta. A veces la presencia puede ser útil. Otras no tanto.
Fuentes
Material Priming: The Influence of Mundane Physical Objects on Situational Construal and Competitive Behavior Choice, Aaron C. Kay, S. Christian Wheeler, John A. Bargh, and Lee Ross, Organizational Behavior and Human Decision Processes, September 2004
http://www.gsb.stanford.edu/news/research/ob_businessattitudes.shtml


