Las nanopartículas capaces de suministrar dos o más fármacos de forma simultánea pueden reducir de forma significativa los tumores en los casos de cáncer pancreático y también reducir su expansión, según afirma un equipo de investigadores del Hospital General de Massachusetts. Tayyaba Hasan, que además es profesora de dermatología en la Escuela Médica de Harvard, dirigió el desarrollo y pruebas de dos “nanocélulas.” Estas nanocélulas combinan terapias basadas en luz con moléculas capaces de inhibir el crecimiento de las células cancerígenas o de los vasos sanguíneos que las alimentan.

Aunque las partículas sólo se han estudiado en ratones hasta la fecha, se ha generado mucho interés dentro de la comunidad dedicada a la lucha contra el cáncer. El cáncer de páncreas sigue siendo uno de los cánceres humanos más mortíferos y difíciles de tratar; los índices de mortandad han cambiado muy poco durante los últimos 30 años. Después del diagnóstico, los pacientes suelen vivir sólo seis meses, y menos del cinco por ciento sobreviven durante cinco años. “En términos de la población de pacientes, podemos hacer muy poco por ellos una vez que encontramos el cáncer,” afirma Craig Thompson, director del Centro contra el Cáncer Abramson en la Universidad de Pennsylvania.

Hasan y dos miembros investigadores de su laboratorio, Prakash Rai y Lei Z. Zheng, presentaron sus resultados iniciales el 17 de noviembre en la Conferencia Internacional sobre Objetivos Moleculares y Terapias contra el Cáncer, organizada en conjunto por la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, el Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU. (NCI), y la Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer.

El primer tipo de nanocélula del equipo está diseñada para cortar de forma efectiva el alimento a los tumores, impidiendo el acceso del suministro sanguíneo. Lograron atrapar un fármaco fotosensible llamado veterporfin, crea radicales de oxígeno tóxicos al ser expuesto a longitudes de onda de luz específicas, dentro de un polímero sólido de nanopartículas. Estas nanopartículas son más tarde encapsuladas en partículas lípidas junto a bevacizumab, un anticuerpo que inhibe de forma específica el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos mediante el bloqueo de una proteína llamada VEGF. Tanto el verteporfin como el bevacizumab ya están aprobados por la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos.

Durante unas pruebas clínicas anteriores a pequeña escala, el verteporfin por sí solo incrementó la media de supervivencia de los pacientes de cáncer pancreático desde seis a nueve meses. Al añadir Avastin, no obstante, no se logró incrementar el tiempo de supervivencia—posiblemente porque el Avastin acabó matando a los vasos sanguíneos del tumor, lo que dificultó que el fármaco fotosensible llegase al tumor en cantidades suficientes.

Por el contrario, cuando las nanocélulas se inyectan de forma intravenosa, distribuyen ambos fármacos directamente dentro de las células cancerígenas. Los vasos sanguíneos en los tejidos normales son impermeables a las nanopartículas, pero los vasos sanguíneos en los tumores “tienen más goteras,” con poros de mayor tamaño que permiten que las nanopartículas pasen a través de ellos. Como resultado, las nanopartículas se acumulan dentro de los tumores y suministran una mayor cantidad de carga a las células cancerígenas que a las células sanas. Las nanocélulas proporcionan una dosis más alta del fármaco a los tumores al tiempo que provocan menos efectos secundarios, puesto que los investigadores utilizaron una menor dosis de la habitual de ambos fármacos.

El equipo implantó células pancreáticas humanas en células cancerígenas de ratones y permitieron que los tumores creciesen. Después inyectaron a los ratones con una única dosis de las nanocélulas y expusieron el tumor a un tipo de luz con larga longitud de onda. Los ratones que recibieron este tratamiento mostraron una mayor reducción en el tamaño de sus tumores que los ratones tratados con los fármacos por separado. Los ratones tratados con las nanocélulas también sufrieron como poco una cantidad de metástasis dos veces menor en el hígado, los pulmones, y los nódulos linfáticos. “Llevar a cabo estas inyecciones por separado no es tan efectivo como el hecho de combinarlas,” afirma Hasan.

Fuente: Technology Review - MIT