Los galardonados con los Premios Príncipe de Asturias 2007 los recibieron este viernes de manos del príncipe Felipe de Borbón, el heredero de la Corona española, quien elogió a todos y cada uno de los premiados por sus méritos y por el ejemplo que representan en sus respectivas disciplinas.
Son "defensores de la libertad y de los valores democráticos" y "representan, por encima de todo, la lucha por los Derechos Fundamentales", dijo el príncipe en el discurso con el que clausuró la ceremonia de entrega de la XXVII edición de los premios que llevan su nombre.
En el escenario habitual, el Teatro Campoamor de la ciudad de Oviedo –y acompañado por su esposa, la princesa Letizia, y su madre, la reina Sofía–, el Príncipe Felipe entregó el diploma acreditativo del galardón a todos los premiados, con la excepción del Premio de las Artes, Bob Dylan, y el de Ciencias Sociales, Ralf Dahrendorf, cuyo galardón fue recogido por su esposa.
El Príncipe no se olvidó de ellos en su discurso, en el que se refirió a Dylan para destacar la insobornable esperanza del músico estadounidense, su sensibilidad y la fortaleza de sus sueños, y a Dahrendorf para poner de relieve su compromiso con la libertad y la democracia.
Christianne, la esposa del sociólogo galardonado, también tomó la palabra para explicar que su marido no ha podido asistir a esta cita por encontrarse convaleciente de una operación y para recordar que él siempre consideró a España como "el primer país de una nueva liga de las libertades" y "recomendó a los europeos del Este el mismo camino que España había emprendido con éxito".
Otro de los oradores fue Avner Shalev, presidente del directorio del Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén, ganador del Premio a la Concordia, que ha viajado a Oviedo acompañado de un grupo de supervivientes del genocidio.
Ellos fueron los que recibieron la mayor ovación del público y la más emotiva, antes del minuto de silencio que se guardó en homenaje a las víctimas del Holocausto.
Shalev recordó los 6 millones de "hermanos y hermanas" que fueron asesinados "por una ideología racista, destructiva" e hizo un llamamiento para que toda la humanidad se implique contra la maldad y contra quienes han decidido seguir el camino de los nazis.
También hizo un llamamiento a toda la humanidad el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación, el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, quien apeló a la "valentía moral" para salvar el equilibrio ecológico del Planeta frente a la amenaza del cambio climático.
"Depende de nosotros en el presente elegir el futuro en el que vamos a vivir", advirtió el presidente de la Alianza por la Defensa del Clima.
En el mismo escenario, el narrador, poeta, ensayista y periodista israelí, Amos Oz, galardonado con el Premio de las Letras, instó a los europeos a que ejerzan su responsabilidad en el conflicto árabe-israelí para que, "en lugar de alzar un dedo acusador", ayuden a ambas partes y promuevan la paz en Oriente Medio.
El resto de los premiados, aunque no subieron al escenario a defender sus causas, no pasaron desapercibidos en la intervención del Príncipe Felipe.
En el caso de los dos biólogos reconocidos con el galardón de Investigación Científica y Técnica, el británico Peter Lawrence y el español Ginés Morata, el Príncipe destacó su trabajo sobre el último misterio de la vida, convencidos de las posibilidades actuales para llegar a entender la programación de lo vivo.
También elogió la labor de las revistas Nature y Science, que se alzaron con el Premio de Comunicación y Humanidades y de las que subrayó su capacidad para transmitir las investigaciones.
Hizo mención asimismo al heptacampeón del mundo de Fórmula Uno y Premio de los Deportes, el piloto alemán Michael Schumacher, a quien definió como ejemplo para los jóvenes de una vida profesional y de las altas cotas a las que puede llegar la constancia humana.
Tando Schumacher como los otros siete premiados representan "el triunfo del bien y de la cultura", dijo el Príncipe, antes de clausurar la ceremonia y anunciar el inicio de la cuenta atrás para los Premios Príncipe de Asturias de 2008.
Son "defensores de la libertad y de los valores democráticos" y "representan, por encima de todo, la lucha por los Derechos Fundamentales", dijo el príncipe en el discurso con el que clausuró la ceremonia de entrega de la XXVII edición de los premios que llevan su nombre.
En el escenario habitual, el Teatro Campoamor de la ciudad de Oviedo –y acompañado por su esposa, la princesa Letizia, y su madre, la reina Sofía–, el Príncipe Felipe entregó el diploma acreditativo del galardón a todos los premiados, con la excepción del Premio de las Artes, Bob Dylan, y el de Ciencias Sociales, Ralf Dahrendorf, cuyo galardón fue recogido por su esposa.
El Príncipe no se olvidó de ellos en su discurso, en el que se refirió a Dylan para destacar la insobornable esperanza del músico estadounidense, su sensibilidad y la fortaleza de sus sueños, y a Dahrendorf para poner de relieve su compromiso con la libertad y la democracia.
Christianne, la esposa del sociólogo galardonado, también tomó la palabra para explicar que su marido no ha podido asistir a esta cita por encontrarse convaleciente de una operación y para recordar que él siempre consideró a España como "el primer país de una nueva liga de las libertades" y "recomendó a los europeos del Este el mismo camino que España había emprendido con éxito".
Otro de los oradores fue Avner Shalev, presidente del directorio del Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén, ganador del Premio a la Concordia, que ha viajado a Oviedo acompañado de un grupo de supervivientes del genocidio.
Ellos fueron los que recibieron la mayor ovación del público y la más emotiva, antes del minuto de silencio que se guardó en homenaje a las víctimas del Holocausto.
Shalev recordó los 6 millones de "hermanos y hermanas" que fueron asesinados "por una ideología racista, destructiva" e hizo un llamamiento para que toda la humanidad se implique contra la maldad y contra quienes han decidido seguir el camino de los nazis.
También hizo un llamamiento a toda la humanidad el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación, el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, quien apeló a la "valentía moral" para salvar el equilibrio ecológico del Planeta frente a la amenaza del cambio climático.
"Depende de nosotros en el presente elegir el futuro en el que vamos a vivir", advirtió el presidente de la Alianza por la Defensa del Clima.
En el mismo escenario, el narrador, poeta, ensayista y periodista israelí, Amos Oz, galardonado con el Premio de las Letras, instó a los europeos a que ejerzan su responsabilidad en el conflicto árabe-israelí para que, "en lugar de alzar un dedo acusador", ayuden a ambas partes y promuevan la paz en Oriente Medio.
El resto de los premiados, aunque no subieron al escenario a defender sus causas, no pasaron desapercibidos en la intervención del Príncipe Felipe.
En el caso de los dos biólogos reconocidos con el galardón de Investigación Científica y Técnica, el británico Peter Lawrence y el español Ginés Morata, el Príncipe destacó su trabajo sobre el último misterio de la vida, convencidos de las posibilidades actuales para llegar a entender la programación de lo vivo.
También elogió la labor de las revistas Nature y Science, que se alzaron con el Premio de Comunicación y Humanidades y de las que subrayó su capacidad para transmitir las investigaciones.
Hizo mención asimismo al heptacampeón del mundo de Fórmula Uno y Premio de los Deportes, el piloto alemán Michael Schumacher, a quien definió como ejemplo para los jóvenes de una vida profesional y de las altas cotas a las que puede llegar la constancia humana.
Tando Schumacher como los otros siete premiados representan "el triunfo del bien y de la cultura", dijo el Príncipe, antes de clausurar la ceremonia y anunciar el inicio de la cuenta atrás para los Premios Príncipe de Asturias de 2008.