“Ojalá uno pudiera poner en una tarjeta de embarque: «dramaturgo» cuando preguntan la profesión que tiene –decía Fontanarrosa–, y contaba que un día Quino le preguntó a él: "Donde dice ocupación, ¿qué pongo?" "Yo pongo dibujante”, le contestó el Negro, aunque no caben dudas a esta altura, de que su producción literaria y su llegada a la gente, a través de sus relatos, lo definía como un escritor de raigambre popular, además de un dibujante humorístico.
No te vayas campeón, La mesa de los galanes, La gansada, El área 18, Nada del otro mundo, El mundo ha vivido equivocado, El mayor de mis defectos, Los trenes matan a los autos, La gansada, No sé si he sido claro, Best seller, El rey de la milonga y otros cuentos, entre otros, dan prueba de que además de decir a través de sus caricaturas, también lo hacía por medio de la palabra.
“Lo más importante del legado de Roberto Fontanarrosa para los escritores es que ayudó a entender que desde lo simple se puede construir gran literatura –dice Reinaldo Sietecase, periodista y escritor, a Rosario3.com–, y retoma las ideas de Roberto Arlt, para quien resulta indispensable que el escritor que aspirara a escribir gran literatura, tuviera una oreja hacia lo popular".
“Eso es algo que los círculos de intelectuales y las solemnes capillas literarias se muestran bastante remolones a aceptar”, afirma Sietecase, y compara el estilo de el Negro con el de Osvaldo Soriano, “otro entrañable escritor que sufrió bastante para conseguir que los encumbrados reconocieran sus méritos, porque escribía con simpleza”.
Y si bien la pasión por el fútbol aparece con frecuencia en sus relatos, también se hicieron característicos sus legendarios personajes como Boggie el Aceitoso, Inodoro Pereyra, Eulogia y Mendieta. “El Negro había leído mucho la novela negra policial –cuenta Osvaldo Bazán, escritor y periodista–, y de allí surgió Boggie, un personaje duro, inspirado en Harry el sucio, que él supo recrear y traducir para la Argentina”.
Para Bazán, las publicaciones humorísticas diarias hicieron que mucha gente no pudiera descubrir la faceta del Fontanarrosa escritor –tampoco le interesaba demasiado a él difundir o fortalecer su imagen de escritor–, pero estima que dentro de unos años se fortalecerá ese perfil, quizás tanto como el de dibujante.
“El humor hace la vida más llevadera y la gente agradece que la hagan reír –asegura el humorista Luis Rubio– y reconoce que Fontanarrosa había logrado un gran acercamiento con la gente. “Una vez me dijo: «Olvidate, Eber Ludueña va a terminar siendo una historieta». Y así fue –se ríe Rubio–, eso que el Negro vaticinó hoy se hizo realidad porque el personaje de Eber ya protagoniza una historieta en el Clarín deportivo".
Claro que los humoristas gráficos rescatan, en especial, la influencia ejercida por Fontanarrosa en los dibujantes más jóvenes. “Él creó un estilo de hacer humor que antes no existía”, explica Freddy, dibujante e historietista rosarino, y hace hincapié en la introducción de diálogos en las tiras, algo que a su juicio funciona muy bien para los lectores argentinos. “Pero algo que me encanta de Fontanarrosa son los chistes y la capacidad para resolver con tanta maestría y en una viñeta diaria diferentes temas de actualidad”.
“¿Cómo definirlo? –se pregunta el dibujante y humorista Héctor Gaucho Beas, y se responde sin duda alguna–: como el Maradona de los humoristas”. Y habla del Negro más que como un colega como un amigo con quien compartió muchas charlas y un gusto en común: la admiración por el historietista Hugo Prat, “a quien los dos le copiábamos al comienzo”, admite Beas, y certifica lo que tantas veces ha dicho el mismo Fontanarrosa acerca del proceso creativo, en el sentido de que todos empiezan copiando y tomando cosas de otros a quienes se admira.
“Como no hay escuela de humoristas –explica el Gaucho– sólo así se aprende, mirando y copiando hasta encontrar el propio estilo, pero hasta el mismo Quino reconoció que cambió la forma de dibujar las manos a sus personajes, a partir de una vez que observó cómo dibujaba el Negro”.
No te vayas campeón, La mesa de los galanes, La gansada, El área 18, Nada del otro mundo, El mundo ha vivido equivocado, El mayor de mis defectos, Los trenes matan a los autos, La gansada, No sé si he sido claro, Best seller, El rey de la milonga y otros cuentos, entre otros, dan prueba de que además de decir a través de sus caricaturas, también lo hacía por medio de la palabra.
“Lo más importante del legado de Roberto Fontanarrosa para los escritores es que ayudó a entender que desde lo simple se puede construir gran literatura –dice Reinaldo Sietecase, periodista y escritor, a Rosario3.com–, y retoma las ideas de Roberto Arlt, para quien resulta indispensable que el escritor que aspirara a escribir gran literatura, tuviera una oreja hacia lo popular".
“Eso es algo que los círculos de intelectuales y las solemnes capillas literarias se muestran bastante remolones a aceptar”, afirma Sietecase, y compara el estilo de el Negro con el de Osvaldo Soriano, “otro entrañable escritor que sufrió bastante para conseguir que los encumbrados reconocieran sus méritos, porque escribía con simpleza”.
Y si bien la pasión por el fútbol aparece con frecuencia en sus relatos, también se hicieron característicos sus legendarios personajes como Boggie el Aceitoso, Inodoro Pereyra, Eulogia y Mendieta. “El Negro había leído mucho la novela negra policial –cuenta Osvaldo Bazán, escritor y periodista–, y de allí surgió Boggie, un personaje duro, inspirado en Harry el sucio, que él supo recrear y traducir para la Argentina”.
Para Bazán, las publicaciones humorísticas diarias hicieron que mucha gente no pudiera descubrir la faceta del Fontanarrosa escritor –tampoco le interesaba demasiado a él difundir o fortalecer su imagen de escritor–, pero estima que dentro de unos años se fortalecerá ese perfil, quizás tanto como el de dibujante.
“El humor hace la vida más llevadera y la gente agradece que la hagan reír –asegura el humorista Luis Rubio– y reconoce que Fontanarrosa había logrado un gran acercamiento con la gente. “Una vez me dijo: «Olvidate, Eber Ludueña va a terminar siendo una historieta». Y así fue –se ríe Rubio–, eso que el Negro vaticinó hoy se hizo realidad porque el personaje de Eber ya protagoniza una historieta en el Clarín deportivo".
Claro que los humoristas gráficos rescatan, en especial, la influencia ejercida por Fontanarrosa en los dibujantes más jóvenes. “Él creó un estilo de hacer humor que antes no existía”, explica Freddy, dibujante e historietista rosarino, y hace hincapié en la introducción de diálogos en las tiras, algo que a su juicio funciona muy bien para los lectores argentinos. “Pero algo que me encanta de Fontanarrosa son los chistes y la capacidad para resolver con tanta maestría y en una viñeta diaria diferentes temas de actualidad”.
“¿Cómo definirlo? –se pregunta el dibujante y humorista Héctor Gaucho Beas, y se responde sin duda alguna–: como el Maradona de los humoristas”. Y habla del Negro más que como un colega como un amigo con quien compartió muchas charlas y un gusto en común: la admiración por el historietista Hugo Prat, “a quien los dos le copiábamos al comienzo”, admite Beas, y certifica lo que tantas veces ha dicho el mismo Fontanarrosa acerca del proceso creativo, en el sentido de que todos empiezan copiando y tomando cosas de otros a quienes se admira.
“Como no hay escuela de humoristas –explica el Gaucho– sólo así se aprende, mirando y copiando hasta encontrar el propio estilo, pero hasta el mismo Quino reconoció que cambió la forma de dibujar las manos a sus personajes, a partir de una vez que observó cómo dibujaba el Negro”.