El filósofo Ricardo Forster, uno de los fundadores del grupo de intelectuales que simpatizan con el gobierno llamado Carta Abierta, defendió las críticas de su colega José Pablo Feinmann a quienes odian a la presidenta Cristina Kirchner y advirtió que la violencia que expresan en su discurso estos sectores es “preocupante”.

Forster, en diálogo con el programa A diario, de Radio 2, contó una anécdota personal para graficar lo que describió como “retóricas del odio y el resentimiento” que ponen en el discurso una “violencia simbólica” muy importante, que teme que vaya más allá: “La construcción de un lenguaje de odio tiende a cristalizarse en violencia real”.

El filósofo relató que ayer estaba en una cola para renovar la licencia de conducir en una oficina municipal porteña y “tres o cuatro señoras” que primero hablaban de bueyes perdidos, de pronto enfocaron la conversación hacia el programa de Jorge Lanata que mostró los “supuestos lugares que ama Cristina” y su consumo en Nueva York y luego se desató “una especie de increscendo cada vez más soez y brutal”.

“Todo lo que decía Feinmann, potenciado”, describió, y agregó que en un momento una de ellas, de unos 60 años, expresó su deseo de que “un drogado o un borracho le meta un balazo en medio de la frente”.

Fue entonces que Forster decidió intervenir, porque “cada uno tiene derecho a decir lo que se le ocurra, mientras no lo desborden con una violencia preocupante”. Es que para el filósofo resultó “intolerable” escuchar esas expresiones de “odio y cobardía”.

Para el integrante de Carta Abierta, el problema no es que haya “durísimas críticas al gobierno nacional”, algo que “es común en la Argentina y en el mundo”, pues el lenguaje de la política es “duro”. “Pero cuando se sale del lenguaje que de la argumentación y pasa a ser una máquina de descalificación, de odio, de impudencia, de deseo de crimen, es que hay algo más, un plus y eso a mí me preocupa muchísimo”, agregó.

Forster insistió en que na cosa es que dentro de la sociedad haya distintas concepciones de país, de gobierno. “Todo eso es discutible. Peor hay un límite, que es la construcción de un lenguaje de odio que tiende a cristalizarse en violencia real”, enfatizó.

El intelectual sostuvo que “un debate necesario de ideas se transforma en un odio que va envenenando la vida social”.

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Ricardo Forster (Radio 2)