La policía francesa desmanteló uno de los mayores campamentos de inmigrantes indocumentados del país, conocido como la "jungla de Calais" por las condiciones del lugar, y detuvo a 276 de sus ocupantes, 135 de ellos menores.

Así lo informó el ministro francés de Inmigración, Eric Besson, en rueda de prensa desde el lugar de los hechos, donde se trasladó esta mañana para seguir de cerca la operación.

Todo se desarrolló, dijo, "como estaba previsto" y con "delicadeza" por parte de las fuerzas del orden.

Los agentes necesitaron unas dos horas para vaciar este campamento situado a las afueras del puerto de Calais (noroeste del país) y habitado, en su mayoría, por jóvenes afganos que intentaban cruzar clandestinamente al Reino Unido.

Besson explicó que los detenidos, todos extranjeros en situación irregular, han sido trasladados a varios locales en los que se les va interrogar de forma individual, mientras que los que se han declarado menores de edad se encuentran ya en "centros de acogida especializados".

Los indocumentados esperaron a los 500 policías y gendarmes encargados de la operación con banderas en las que defendían su derecho a habitar en la zona que ellos mismos bautizaron como "la jungla", y con el apoyo de representantes de organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes.

Más de un centenar de periodistas, que querían seguir la operación in situ, fueron evacuados al exterior del lugar junto a los militantes que defendían a los inmigrantes.

Una vez desalojado el campamento, se ha procedido a la segunda fase de la operación: el desmantelamiento de las instalaciones y la limpieza de la zona en la que llegaron a vivir unos 1.000 inmigrantes en situación irregular, principalmente afganos, pero también iraníes, somalís, sudaneses o nigerianos.

Muchos de ellos habían abandonado el lugar en los últimos días, después de que el ministro de Inmigración anunciara que el desalojo era inminente.

Besson justificó esta iniciativa en la necesidad de restablecer el orden y el estado de derecho en un lugar que definió como "el campo de base de los traficantes (de inmigrantes)".

Según el ministro, la intervención se hizo en beneficio de los propios inmigrantes, muchos de ellos explotados, y de los habitantes de Calais, cuya paciencia se estaba agotando ante los problemas de seguridad surgidos.

"No es un campamento humanitario", recalcó el ministro, quien adelantó que en los próximos días "habrá otros desmantelamientos" similares en cualquier lugar en el que "las redes clandestinas" traten de reinstalarse.

Desde la oposición, Jean-Luc Mélenchon, fundador del Partido de Izquierda (PG), denunció que la operación de Calais no es más que un "espectáculo cruel y obsceno" que ofrece una imagen de Francia "repugnante", mientras que el Partido Comunista Francés (PCF) la calificó de "mediática".

También el diputado socialista Jack Lang criticó la intervención del Gobierno porque, en su opinión, no conseguirá más que "desplazar" y puede que "agravar" el problema, así como generar la creación de nuevas junglas en otros lugares.

El campamento de Calais estaba situado en el norte de la ciudad, en una zona industrial cubierta de maleza, entre una carretera y un centro de distribución eléctrica.

"La jungla" estaba muy cerca de naves industriales de empresas donde aparcaban camiones en los que muchos indocumentados se llegaron a ocultar para llegar al puerto y embarcar en uno de los ferrys con destino al Reino Unido.

En una superficie de varias hectáreas, los inmigrantes se instalaron en sus propias tiendas y chabolas, construidas con mantas, chapas y toldos.

Las condiciones higiénicas en las que vivían eran muy precarias, ya que en el campamento solo había una fuente de agua potable y la basura no dejaba de aumentar con el paso de los días.