La crisis ha obligado a los empresarios españoles a aguzar el ingenio, porque la gente ahora se lo piensa dos veces antes de salir a cenar a un restaurante, pero en cambio recibe con alegría la posibilidad de disfrutar en casa -o por la calle- de productos de calidad listos para tomar.
Un buen ejemplo es la adaptación a la española del célebre "hot dog" estadounidense. Desde hace apenas dos meses el "Concepto BBBQ" (Butifarra Bellota, Barbacoa) de Mas Gourmets y Carrasco Guijuelo triunfa en el madrileño Mercado de San Miguel.
Allí, en un coqueto expositor, pequeñas butifarras de variados sabores (un embutido típico de la región de Cataluña) sustituyen al "frankfurt", mientras el ketchup y la mostaza desaparecen para dar paso a salsas más sofisticadas.
El cliente elige qué sabor quiere y se la preparan a la parrilla al momento, aderezada con una de las 10 salsas que proponen en BBBQ, desde el alioli clásico a la de tomate con albahaca, explica a Efe el consejero delegado de Mas Gourmets, Jorge Mas.
Butifarra de trufa, de patatas y cebolla, de curry, de setas, de jamón ibérico o de queso roquefort tientan al visitante, aunque la más demandada es la picante.
"El objetivo es vender 100 kilos de butifarra a la semana, ahora estamos en 60 kilos", señala Mas.
Asegura que a los turistas japoneses que acuden a este concurrido mercado les gusta mucho el concepto, "sobre todo el juego entre la salsa y el tipo de butifarra", mientras los estadounidenses "lo encuentran muy atractivo" cuando se dan cuenta de lo distinta que es la butifarra de sus "hot dog".
La idea de Mas y sus socios es expandir el concepto BBBQ a otros lugares, y de momento ya tienen ofertas para llevar una versión móvil a varias terrazas veraniegas.
Otro clásico español como la tortilla de papas vive también un resurgir como manjar para llevar con la llegada al mercado de "La tortilla de Senén", una versión congelada de la receta con la que el vasco Senén González logró el título de campeón de España de tortilla de papas hace dos años.
La tortilla de Senén ocupa desde hace poco un pequeño esquinazo en San Miguel, y desde ahí reivindica la importancia de este manjar de la gastronomía clásica española, de la que los turistas "sólo conocen la sangría y la paella", señala el cocinero.
Entre 500 y 1.000 pinchos de tortilla al día está sirviendo este pequeño puesto, donde también se ofrece la tortilla congelada y lista para llevar a casa, e incluso preparada para que resista un viaje de 24 horas sin descongelarse, lo que hace que muchos turistas la compren para llevarla a su país.
"El cocinero ya ha visto cómo sus tortillas congeladas han partido camino de otros países, desde Malasia a Australia o México.
Menos longevas pero igual de sabrosas son las croquetas para llevar que venden en un carrito los propietarios de La Alacena de Víctor Montes en los mercados de San Miguel y San Antón.
De chipirones en su tinta, de queso vasco de Idiazábal, de embutido ibérico o puerros y hasta doce variedades de croquetas caseras y elaboradas cada día ofrece este establecimiento, en el que las empaquetan con mimo en una caja para que los clientes se las lleven y las puedan freír en casa: ya no hay excusa para acabar cenando pizza "take-away".
Fuente: EFE