El doctor Rolando Rivera Pomar, docente e investigador de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA), fue premiado este año en Alemania por su trabajo científico en el área de la genética del desarrollo, disciplina que estudia cómo los los genes le dicen al cuerpo cómo producir proteínas específicas, genes regulan el desarrollo embrionario de un organismo. 

El blanco de su estudio fue la “Drosophila melanogaster”, conocida como mosca del vinagre, cuya genética se conoce desde hace cien años. A juicio de Rivera Pomar se trata de “una especie que tiene muchas ventajas para investigar porque se cría sin dificultades y prácticamente sin costo”.

Rivera Pomar contó que la genética del desarrollo estudia cómo el ácido desoxirribonucleico (ADN) que contiene los genes actúa a partir de una célula fecundada al poner en marcha una serie de programas y mecanismos genéticos para tener, al final del proceso, un organismo completo. “Comencé estudiando cómo se constituyen los segmentos que conforman una mosca, nada trascendente a simple vista, salvo porque lo que sucede allí es trasladable a cualquier organismo”, señaló a Argentina Investiga. En relación a los hallazgos comentó: “Encontré que hay dos genes que son los responsables de activar todos los genes que hacen que la mosca forme sus segmentos y cómo estos se regulen unos a otros”.

Al respecto planteó: “Cuando un programa que está contenido en el ADN (que es como el disco rígido de la computadora) se activa, se forma una molécula de ácido ribonucleico (ARN) que transfiere esa información para hacer una proteína que ejerce una función”. En ese sentido, aclaró que la principal llave que regula la expresión de los genes está en la formación del ARN. “Ese es un proceso importantísimo, pero nosotros encontramos que las proteínas que regulan la formación de ARN también pueden regular la formación de proteínas. Ese fue un descubrimiento inesperado y el motivo por el cual estos trabajos se mencionan”.

Los hallazgos de estas investigaciones, que constituyeron “el corazón de su carrera”, trascendieron el laboratorio. “Tuve la suerte de que las cosas que encontré resultaron ser importantes y los trabajos están citados en libros de genética”, señaló.

En este sentido comentó que habitualmente las publicaciones científicas son leídas sólo por “súper expertos”, pero destacó que “cuando las investigaciones empiezan a formar parte de los libros de texto, la tarea del científico se integra al conocimiento general”.

En el presente el doctor Rolando Rivera Pomar está abocado al estudio de los genomas completos de varias especies de insectos, y trabaja no sólo con los genes que regulan el desarrollo embrionario, sino que, según explica: “Estamos avanzando en una línea de investigación con vinchucas y encontramos genes relacionados con la resistencia a los insecticidas, algo que puede contribuir a resolver problemas en el norte argentino”.

A través de un proyecto acreditado por la UNNOBA, también estudia, junto a la doctora Inés Catalano, insectos que transmiten enfermedades del maíz en la región, tratando de identificar genes vinculados con la transmisión de las enfermedades y con nuevas formas de control.

Rivera Pomar diferenció la investigación básica de la tecnológica: “Yo me he dedicado a la ciencia básica; la tecnología se vale de ese conocimiento para aplicarlo a soluciones de problemas específicos. Pero también es responsabilidad del científico ser capaz de aplicar sus conocimientos al desarrollo de nuevos temas que provean a la tecnología”.

En relación a la apropiación que hace la comunidad de ese conocimiento, consideró que “en los últimos años el sistema científico argentino ha conseguido que haya una percepción de que la ciencia y el saber son importantes porque hacen al bien común”.