Llevó mucho tiempo, pero finalmente se hizo justicia. Eso cree Gladys Gauna, mamá de Carlos, muerto de un balazo por un policía –condenado ahora a 12 años de prisión– en uno de los casos de gatillo fácil de mayor repercusión.

El hecho ocurrió el 8 de agosto de 2002. Carlos Gauna estaba junto a un amigo en una fábrica abandonada de barrio Ludueña. Al escuchar ruidos, un vecino llamó a la policía y alertó de un supuesto robo. Rubén Darío Blanco, efectivo del Comando Radioeléctrico, llegó junto a su compañero en una patrulla y, desde un tapial, tiró a los pastizales e hirió de muerte Gauna, quien estaba desarmado. El joven recibió un certero disparo en la cabeza.

La primera hipótesis que analizó la justicia fue que hubo intercambio de disparos, ya que el agente argumentó "defensa propia". Por eso el juez Luis María Caterina decidió archivar la causa. Pero los familiares del joven fallecido se presentaron ante la Cámara de Apelaciones en lo Penal, que decidió ordenar una nueva investigación.

“En ese momento, la prensa fue nuestro apoyo más importante", aseguró Gladys, madre de Carlos. "En los Tribunales no nos escuchaban, nos negaban información si no nos acompañaba un abogado y algunos días sentíamos que íbamos a perder las fuerzas”.

En una segunda etapa, se hizo cargo del caso Jorge Eldo Juárez, quien determinó que no hubo tiroteo y procesó a Blanco como autor de homicidio. Entonces se reveló que a Gauna le habían plantado un arma para simular un enfrentamiento.

La decisión actual de enviar doce años a prisión a Blanco partió del juzgado de Sentencia Nº2, a cargo de Antonio Ramos.

Con evidentes muestras de dolor por la pérdida de su hijo, pero al mismo tiempo de satisfacción por el giro que la Justicia imprimió a la causa, Gladys relata las penurias que deben soportar todos los padres que están en situaciones similares: “Recién hoy mi hijo puede descansar en paz y yo puedo estar tranquila, a pesar de que no lo tengo más conmigo, porque como mamá hice todo lo posible para que se hiciera justicia. Ahora, dice entre lágrimas, lo único que espero es que el culpable se pudra en la cárcel y que esta decisión de la Justicia sirva para que otras familias vuelvan a tener esperanzas y sigan peleando para que los asesinos vayan presos como corresponde.