En el actual marco inflacionario, son muchos los comercios y emprendimientos que cierran sus puertas por no poder enfrentar los siderales aumentos de los alquileres. Esto le ocurrió al músico Marcelo Vizarri, integrante de la banda Cielo Razzo, quien se vio impedido de seguir manteniendo en pie el Teatro Pichincha, ubicado en Vera Mujica y Salta, de la ciudad de Rosario, donde funcionaba, además, un instituto de música.

Vizarri contó que el Instituto de música lo impulsaron junto con su señora, 9 años atrás. “Primero abrimos el instituto y después le anexamos un espacio que se llamaba Teatro Pichincha –en el auditorio del instituto– donde además, se desarrollaban otras actividades, como conciertos, clínicas, master class y obras de teatro, entre otras. El espacio cultural tuvo buena recepción y se trabajó siempre de manera independiente. Muchos músicos lo elegían para presentar discos, porque era muy íntimo y con muy buena acústica”, dijo.

Pero, según relata, desde hace un año y medio, aproximadamente, cuando la situación económica del país comenzó a complicarse, el movimiento no era el mismo. “Ya sabemos que cuando hay ajuste, lo primero que se corta es lo cultural –dijo con preocupación–; recibimos los coletazos de esa situación y hace un mes y medio, nos enteramos de que el propietario del edificio que alquilamos no quería renovarnos el contrato del teatro, que es lo más caro que habíamos montado. Por lo cual ya sabíamos que si nos cerraban ese espacio nos íbamos a tener que ir con el Instituto de música también”.

“Posteriormente, nos dijeron que el alquiler del espacio que ocupaba el instituto pasaba de $14.000 a $30.000. Con eso –remarcó– nos negaron la posibilidad de seguir trabajando, ya que la única opción que me dieron fue seguir hasta fin de año con un alquiler de $28.000”. Entendemos que el peopietario quiera ganar más o que quieran hacer un edificio en el lugar, pero hay una ética que debe ser cuidada por todos. Si uno se compromete con alguien por un espacio de estas características, mínimamente hay que tener la delicadeza de avisar con tiempo que no vas a renovar el alquiler, para reorganizar”, agregó.

“Salimos a buscar otras casas para ver si podíamos mudarnos y nos encontramos con inmobiliarias que nos exigen firmar contratos en dólares. Son cifras y situaciones que asustan porque estamos hablando de una escuelita de música, privada, en un barrio; no de un gran comercio. Entonces entendí que era el momento de dar un paso al costado y tomé esta horrible pero necesaria decisión de vender todo. Intentar un proyecto cultural en un barrio, con un contrato de alquiler en dólares, es imposible”.

Los instrumentos tan preciados se vendieron en tiempo récord

La extensa lista de instrumentos, equipamiento y mobiliario que el músico hizo circular, se difundió rápidamente por grupos y redes y en cuatro días logró vender la totalidad del inventario.

“Vender los instrumentos es lo peor que le puede pasar a un músico. Era mi piano, con el que compuse los temas de mi banda. Es mi vida. Y ahora tuve que salir a venderlos para poder pagar la extensión del contrato, ya que necesité de ese tiempo para desmontar el espacio”, dijo con pesar.