“Mi identidad la usurparon antes del secuestro de Cristian Schaerer, el joven correntino que fue secuestrado el 21 de septiembre de 2003 y del que aún no se tiene ninguna novedad”. Fernando Pittari tiene 40 años, vive en Buenos Aires y trabaja en el Autmóvil Club. Desde 2004, su vida cambió radicalmente, cuando se enteró de que su nombre era utilizado por un criminal llamado Rodolfo José Lorhamann, quien actualmente es buscado internacionalmente y que todavía usa el nombre de Pittari para escapar.

“Me entere que había un problema con mi DNI al intentar salir del país para tomar vacaciones en Uruguay el 6 de marzo de 2004”. Ese día Pittari fue informado de que tenía captura internacional por el secuestro de este joven correntino. A pesar de que le permitieron viajar, esas vacaciones serían las últimas de su vida en el extranjero, ya que todavía no puede salir del país.

Cuando llegó a la Argentina comenzó lo peor. “La denuncia no hizo falta hacerla porque el fiscal federal de Corrientes Resoagli había librado contra mi persona una orden de captura internacional por Interpol, por ese motivo me detuvieron”, siguió relatando la cadena de sucesos desafortunados, como si se tratase de una pesadilla de la que no podía despertar. “Reaccione mal. Estaba indignado debido a que lo único que se me comunicó fue que había un problema con mi DNI, que quedaba detenido a partir de ese momento y que iba a ser trasladado a un juzgado de Resistencia en la provincia de Chaco”.

Tras el largo viaje que debió afrontar económicamente, e incluso, tuvo que contratarse un abogado, el juez reconoció que no era la persona que andaban buscando y corroboró sus datos, su lugar de residencia y trabajo. Sin embargo, el secuestrador seguiría utilizando su nombre –como hasta ahora – mientras que Pittari comenzaría una nueva vida, presa de la incertidumbre, el miedo, el control y la falta de libertad.

“El estado sólo me otorgó papeles oficiales donde dice que yo no soy el delincuente, papeles que continuamente tengo que llevar conmigo por si la policía me pide identificar en la calle a fin de evitar que me demoren por este robo de identidad”, detalló la víctima la serie de complicaciones a la que es sometida desde el robo de su nombre.

“Desde ese momento mi vida, conjuntamente con la de mi familia es un calvario, dudo haber dormido desde ese 6 de marzo de 2004 hasta ahora una noche entera, sin dejar de mencionar los severos trastornos psicológicos e hipertensivos, que me provoco varias internaciones en Unidad coronaria, siendo ahora un hipertenso severo y un paciente de alto riesgo, respecto de las limitaciones las básicas e inentendibles”, enumeró sus padecimientos. Y agregó: “Tampoco puedo votar, no puedo salir del país, no puedo manejar, no puedo tranquilamente transitar por el territorio de mi país, y soy una persona que tiene pedido de captura internacional, porque según ellos lo dictaron al pedido de captura sobre el DNI, que casualmente es el mío”

"Mi aclaración más valiosa es que el mi documento fue duplicado por los delincuentes, yo no perdí mi DNI”, destacó. Es que el robo de identidad -falsificar documentos a nombre de otra persona con fines delictivos- es un delito más frecuente de lo que se piensa: la Procuración General de la Nación precisó que unos cuatro casos de este tipo se denuncian por día. Tiene una pena de hasta 8 años, pero apenas un 7 por ciento de los casos llega a juicio.

“A la gente le recomendaría que exija a las autoridades que confecciones documentos con un sistema de seguridad inviolable para que ningún delincuente conjuntamente con un imprentero y varios sellos le sustraiga la identidad tan fácilmente a ciudadanos honestos y los involucren el problemas de los que no se puede salir”, aconsejó. Y sabe de lo que habla.