El agua que millones de personas consumen en el mundo está contaminada con arsénico, un elemento natural que se encuentra en la tierra y en los minerales y cuya acumulación en el organismo puede ocasionar aumento de pigmentación y otras lesiones en la piel, tumores, cáncer de pulmón y de laringe.

Argentina es uno de los países con mayor población expuesta. El doctor Isidoro Schalamuk, director del Instituto de Recursos Minerales (Inremi) que depende de la UNLP, entrevistado por el Diario Hoy de la Plata, explicó que “en distintas regiones del país existen cerca de dos millones de personas potencialmente expuestas a la ingesta de agua con más de 50 ppb (cincuenta partes por billón) de arsénico por litro, la cantidad límite que se acepta, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires”.

“El conocimiento de la existencia en América del Sur, y especialmente en Argentina, de concentraciones elevadas de arsénico en aguas subterráneas se da por numerosos trabajos hidrogeológicos y geoquímicos. Sus efectos sobre la salud, por otra parte, están documentados desde principio del siglo XX”, agregó el experto.

Aunque aclaró que no hay un conocimiento preciso sobre la distribución del arsénico en el agua freática (superficial) en nuestro país, señaló que los estudios regionales identifican concentraciones elevadas en zonas de La Pampa, Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Tucumán y Chaco, entre otras.

Algunos acuíferos de Buenos Aires también están contaminados. Las causas de que haya arsénico en aguas subterráneas, explica Schalamuk, se atribuyen a la “meteorización de minerales de arsénico a partir de cenizas y otros materiales volcánicos, vinculados a la actividad volcánica de la cordillera en los últimos cinco millones de años”.

Con respecto a la posición que las autoridades toman frente a esta problemática, el especialista señaló que las normas sobre potabilidad del agua “han ido evolucionando en los últimos años hacía umbrales más estrictos, rebajando el nivel máximo, debido a evidencias de efectos toxicológicos crónicos por ingestión de aguas contaminadas”. Sin embargo, el problema es que existen normativas diferentes en distintas provincias, manifiesta Schalamuk, geólogo de profesión e investigador del Conicet. No obstante, destacó la dedicación de que algunas autoridades nacionales, provinciales y locales le han dado al tema, especialmente aquellas más directamente afectadas por el problema.

Otros que se han ocupado del tema son diversos centros de investigación, como es el caso de algunos que dependen de la UNLP, la CIC (Comisión de Investigaciones Científicas) y el Conicet, que trabajan en conjunto para solucionar el problema, especialmente en las poblaciones rurales o escuelas agrarias que se abastecen de aguas con tenores de arsénico fuera de los umbrales tolerables.

Consultado acerca de las posibles soluciones, Schalamuk señaló que “las instituciones científicas y académicas deben alertar a las autoridades en aquellas materias en las que sería irresponsable mantenerse callados”. En ese sentido, enfatizó que “sin duda, el tema es conocido por quienes gobiernan, aunque aún no se ha dado con salidas efectivas”, salvo en contados lugares donde se han adoptado medidas preventivas, según sus palabras.

“Existen diversos procesos para eliminar o disminuir el contenido de arsénico en el agua, y la elección depende del volumen de agua a tratar, de la localidad geográfica, de los costos, etc.”, aseguró el especialista, y enfatizó: “La problemática debe ser encarada integralmente, pero hay que tomar decisiones políticas conducentes a reducir las asimetrías sociales y asignar presupuestos acordes para facilitar el acceso al agua potable para toda la sociedad”.

Fuente: Diario Hoy