El doctor Ariel Sarotti explicó que el compuesto denominado levoglucosenona se obtiene a partir de la degradación térmica de las moléculas de la celulosa a través de un proceso llamado pirolisis.

Es decir que, a partir de un material económico que se halla en papeles de desecho urbano y con una simple metodología, se obtiene una importante sustancia química con un valor de mercado de 250 dólares el gramo.

Actualmente, el grupo dirigido por los doctores Alejandra Suárez y Rolando Spanevello, están estudiando la factibilidad de usar otros subproductos industriales como materia prima para la transformación. Por ejemplo, los barros de celulosa que es lo que queda en el proceso de la fabricación del papel, muy degradado y que la industria papelera desecha. Asimismo, otros productos como cáscara de soja.

Por otro lado, los investigadores han extendido esta aplicación no sólo para optimizar la obtención de la levoglucosenona sino también para sintetizar químicamente distintos tipos de sustancias que pueden tener un valor adicional, como por ejemplo catalizadores o inductores quirales. Estos compuestos son potencialmente importantes en la industria farmacéutica, del aroma, de la fragancia.

También sintetizaron un intermediario clave que es un azúcar raro, utilizado para reducir agroquímicos o moléculas más complejas, en un proceso por el que se solicitó una patente al Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI).

“Realizamos todas las etapas en el marco de la química verde, sustentable, que sea amigable al medio ambiente, que no contamine”, expresó Sarotti.

Si bien el proceso de transformación de celulosa en levoglucosenona ya se conocía, los investigadores de esta Universidad optimizaron el rendimiento con miras a maximizarlo.

Asimismo pudieron demostrar que usando el microondas como fuente de calentamiento se podía lograr una transformación química con muy buenos rendimientos, ahorro de energía y tiempo. Explicaron que, históricamente, la degradación térmica de la celulosa se hacía con una fuente de calor convencional, con hornos de resistencias eléctricas. “Nosotros usamos la energía del microondas que permitió acelerar los tiempos de reacción, con un consumo energético mucho más bajo”.

Este hallazgo no sólo fue publicado en una revista internacional sino que también fue patentado por el INPI. Cabe destacar que el compuesto ya fue comercializado con una importante empresa farmacéutica norteamericana que lo solicitó.

“Esta experiencia y la distinción nos demuestran que el enfoque de nuestro trabajo es fiable y no sólo nos permite ubicarnos en el contexto internacional, sino también autoevaluarnos”, expresó el profesor Spanevello.

Fuente: UNR