El consumo de una dieta Mediterránea se asocia con disminución de la mortalidad por causas cardiovasculares y neoplásicas, mayor esperanza de vida y menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

La dieta Mediterránea tradicional implica una alimentación rica en vegetales, frutas, legumbres, cereales y aceite de oliva, como fuente principal de ácidos grasos mono-insaturados. Además, incluye el consumo de cantidades pequeñas a moderadas de lácteos y carnes.

Esta forma de alimentación podría proteger a los ancianos contra el deterioro cognitivo y la demencia, debido a su elevada cantidad de ácidos grasos mono-insaturados, vitaminas y antioxidantes.

Por ello, se estudió una cohorte de 1.410 ancianos franceses por cinco años, a los que se les realizaron varias encuestas completas sobre sus hábitos dietarios. Además, todos los pacientes debieron realizar estudios cognitivos durante el estudio, entre ellos la prueba del Minimental de Folstein (Mini Mental State Exam, MMSE).

Los investigadores señalaron que los hombres casados tendrían mayor adherencia a la dieta Mediterránea, pero no habría diferencias de acuerdo a la educación, el nivel económico ni la actividad física de los participantes. Estos pacientes, además, tendrían un índice de masa corporal (IMC) menor. En cuanto a la asociación específica con el deterioro cognitivo, los autores observaron que cuando mayor era la adherencia a la dieta, el puntaje obtenido en el MMSE disminuía más lentamente. Sin embargo, las otras pruebas no se modificaron.

En conclusión, los investigadores estiman que la dieta Mediterránea podría tener un efecto beneficioso durante la primera del deterioro cognitivo. Las implicancias clínicas de este resultado pueden ser difíciles de definir en esta etapa, aunque podrían aclararse con ensayos que tengan un seguimiento más prolongado.

Fuente: Medicina Geriátrica