Un grupo de investigación a cargo de la doctora Mónica Nazareno, profesora de la Facultad de Agronomía y Agroindustrias de la UNSE e investigadora del Conicet, lleva a cabo un estudio exhaustivo sobre las sustancias bioactivas presentes en alimentos, pigmentos de origen natural, vitaminas y antioxidantes. En este marco, se desarrolló una revisión bibliográfica sobre las propiedades y usos medicinales de los cactus.

El cultivo comercial de cactus evolucionó considerablemente en la segunda mitad del siglo XX y se encuentra distribuido en forma amplia en todo el mundo. Las distintas partes de la planta del cactus: frutas, flores y cladodios o paletas, han sido tradicionalmente usadas con fines medicinales en varios países y en particular en Latinoamérica.

Las cactáceas son plantas xerófilas, que presentan una gran variabilidad en su germoplasma. Sus especies se adaptaron en zonas áridas donde el agua es el principal factor limitante para la mayoría de los vegetales y pueden alcanzar niveles de productividad aceptables, incluso en años de severa escasez de agua. Sus usos son numerosos y muy diversos. Algunas investigaciones científicas recientes indican que ciertos productos obtenidos de los cactus pueden emplearse como aditivos alimentarios, principalmente fibras, colorantes y mucílagos. En la actualidad, en varios países americanos se comercializan fibras obtenidas de cladodios de cactus en distintas presentaciones como galletas, barras u otros tipos de alimentos.

Estudios realizados in vivo, en los que se administraron cladodios de la planta de tuna (Opuntia ficus-indica) a ratas hipercolesterolémicas, dieron como resultado una disminución de sus niveles de colesterol total y triglicéridos. También se observó una acción protectora frente a la úlcera inducida por etanol. Otros estudios científicos informan que el consumo de nopalitos o cladodios jóvenes tiernos reduce la obesidad y la glucemia en sangre.

También son reconocidas las propiedades de las infusiones de pétalos de flores para prevenir el cáncer de próstata. El uso de productos de cactus como cosméticos está aún más desarrollado que sus aplicaciones medicinales. Champúes y geles de baño, entre otros productos cosméticos son manufacturados y comercializados en varios países de América y Europa. Por otra parte, el pigmento rojo carmín, producido por la cochinilla -un insecto que crece sobre los cladodios de los cactus- ha sido reconocido por la OMS como hipoalergénico y es muy usado en agroindustrias para la elaboración de lápices labiales y rubor. Este pigmento tiene como principal componente al ácido carmínico y posee propiedades antioxidantes, por lo que contribuiría a la preservación frente al deterioro oxidativo.

Los cactus fueron ignorados por el mundo científico hasta comienzos de la década de los ‘80 cuando ocurrió una multiplicación de investigaciones, congresos y simposios que dio como resultado un gran número de publicaciones. Este renovado interés se debe en parte a la multifuncionalidad de sus frutas, cladodios y flores. Datos recientes revelaron que poseen un alto contenido de fotoquímicos -sustancias presentes en las plantas con comprobados beneficios para la salud- que les otorgan un valor agregado a los productos de cactus.

En los últimos años ha surgido una tendencia global hacia el uso de sustancias bioactivas presentes en fuentes naturales como frutas, hortalizas, aceites vegetales y hierbas en forma de nutracéuticos y alimentos funcionales. Los antioxidantes naturales se emplean en la industria alimentaria ya que existen evidencias de que estas sustancias ejercen efectos benéficos en el organismo humano. En forma paralela a la creciente demanda de nutracéuticos, se ha incrementado el esfuerzo por desarrollar productos naturales para la prevención y el tratamiento de enfermedades. Numerosos estudios demuestran que tanto las frutas como los cladodios producen altos valores de sustancias bioactivas como minerales, vitaminas y otros antioxidantes. Los derivados de las distintas partes de la planta de Opuntia son excelentes candidatos para incorporarse en la alimentación saludable. Aún cuando los pueblos originarios de América y la medicina ancestral reconocieron su función antidiabética y anti-inflamatoria, las cactáceas casi no han sido consideradas entre los alimentos promotores de la salud, probablemente a causa de la escasez de información disponible.

Tradicionalmente, los cladodios contribuyeron a la dieta humana en varios países, especialmente en los latinoamericanos, y siguen usándose como agentes terapéuticos en la medicina popular. Varias especies de cactáceas y en particular Opuntia fuliginosa y Opuntia streptacantha, se emplearon para el tratamiento de gastritis, fatiga y daño hepático por abuso de alcohol. Los aztecas extraían el jugo lechoso de la planta y lo mezclaban con miel y yema de huevo como ungüento para tratar quemaduras. Los chinos envolvían los abscesos con la pulpa de la paleta. También en India se consumía la fruta como alimento y se preparaba un jarabe a partir de éstas para tratar la tos y el asma. En la medicina tradicional mexicana, la planta de nopal se usaba para el tratamiento de la diabetes y el colesterol alto. Hoy en día es reconocido como agente vegetal para el tratamiento de la diabetes tipo 2 por mexicanos e indígenas americanos. En Italia, las flores se usan para lograr un efecto diurético y en Israel descubrieron que las flores secas pueden ser usadas para tratar problemas prostáticos.

La acción antioxidante es uno de los numerosos mecanismos por los que los productos derivados de los cactus ejercen efectos benéficos en la salud. La suplementación de la dieta con frutas de tuna disminuye el estrés oxidativo en humanos saludables ya que afecta en forma positiva al equilibrio redox y disminuye el daño oxidativo de los lípidos, mejorando el estado antioxidante general de humanos saludables. Los extractos de las frutas del género Opuntia poseen acciones analgésicas y antiinflamatorias y se logró la reducción de lesiones gástricas en ratas por el uso de polvos extraídos del tallo y la fruta. En contraposición a lo que ocurre con anti-inflamatorios no esteroidales, no se notaron efectos adversos por la acción de estos productos naturales.

Los cladodios de Opuntia ficus son usados en la medicina tradicional de muchos países por su actividad cicatrizante. Los principales componentes de los cladodios son polímeros que contienen carbohidratos en una mezcla de mucílagos y pectinas. Experimentos llevados a cabo en pacientes con diabetes mellitus no-insulino dependiente confirmaron los efectos hipoglucemiantes de cladodios de Opuntia streptacantha y se ha demostrado que un consumo diario de 250 gramos de pulpa de fruta reduce el riesgo de trombosis en pacientes que sufren hiperlipidemia y diabetes. Los efectos antihiperlipidémicos fueron atribuidos a la acción de pectinas de la pulpa de las frutas. Además del sorprendente efecto antiobesidad de una planta suculenta, se desarrollaron píldoras para el control del apetito que se fabrican a partir de una planta de sabor amargo que crece en el desierto del Kalahari llamada Hoodia gordonii.

Fuente: Universidad Nacional de Santiago del Estero