Pedro Robledo

Jorge Rojas presentó en Rosario "Uno mismo", su nuevo disco. Una breve demora anunciada por una voz en off, motivada por un inconveniente técnico, aumentó la expectativa deJl público que hizo explotar el Metropolitano. El público, en su mayoría, estuvo compuesto por fans femeninas, históricas y fieles seguidoras del ex-Nochero.

Con una imponente puesta lumínica y un muy buen sonido, el show comenzó con un set intrumental a cargo de la banda que arregla y dirige Cristian "Mono" Banegas. En la apertura, el grupo tocó aires de tango electrónico y los primeros en ofrecer su labor fueron los tres integrantes del cuerpo de bailarines.

"La vida" y "Vuelvo", de discos anteriores, fueron las canciones elegidas para el comienzo. A partir de allí, empezó el recorrido por el nuevo disco, iniciándolo con "Uno mismo", primer tema y además título de este trabajo, el cual significa el comienzo de su nueva etapa como productor independiente.

Después de "El secreto de tu vida", una festejada apología de los amores clandestinos, el público femenino, de todas las edades, se animó y se acercó a dejarle regalos de todo tipo. La pausa para recibir los obsequios y los gritos reclamando atención, le hicieron perder la concentración y el hilo del discurso.

Con "Hoy he llegado a la ciudad" (aire de chacarera), "Me había olvidado" (comienza con ritmo de son y cierra con aire de salsa), "Por si volvieras" y "Amores" (baladas), completó un lote de canciones que hablaron de amor y desamor.
La temática se mantuvo, reflotando "Sin memoria" y un fragmento a pedido, fuera de repertorio, de "Una noche más", canciones incluídas en sus primeros álbumes.

Jorge Rojas ha sido siempre generoso con los espacios ofrecidos en sus presentaciones, con la intención de apoyar a otros artistas. En Rosario, le dio su respaldo a Efraín Colombo, un joven cantor rafaelino radicado en Santa Fe.
Se lo hizo conocer Orlando Vera Cruz, de quien Rojas se manifestó admirador. Orlando, presente en la sala, fue invitado también a subir al escenario a recibir el reconocimiento de los espectadores, y regaló "El horcón", poema de Julio Migno.

Luego de dar a conocer algunas de las canciones nuevas (no todas), con un sonido que fue desmejorando a medida que subía el volúmen, Jorge Rojas se relajó y se dejó llevar por la intensidad y la buena onda que le llegaba desde el público.

Con imágenes en video que reflejaban la vida cotidiana en su lugar de origen, inició y mantuvo hasta el final la impronta festivalera y romántica que la mayoría fue a buscar y esperaba ansiosamente.

Con el apoyo vocal de sus hermanos Lucio y Alfredo, concedió todos los pedidos. En los descansos leyó carteles que relataban procedencias y mensajes de afecto para luego mencionar cumpleaños e invitar a subir a algunas espectadoras, transcurriendo un extenso tiempo sin cantar.

Jorge Rojas respondió en forma óptima al esfuerzo que le demanda sostenerse casi tres horas en escena.
Con el nuevo disco, inicia una etapa a la que arriba con un diagnóstico crítico de la situación de la industria de la música, habiendo decidido encarar la venta digital y postergar la colocación en disquerías de "Uno mismo".