Adelgazar es una de las máximas de esta época de culto al cuerpo. Sin embargo, a veces, perder kilos significa someterse a una verdadera metamorfosis que deja al descubierto formas impensadas. A fin de cuestionar al imaginario social y al concepto de belleza femenina y abrir paso a un debate cultural, la artista Julia Kozerski registró el proceso que la llevó a bajar de 170 a 73 kilos.
De acuerdo a lo publicado por el sitio on line del diario Clarín, la artista Kozerski, de 28 años, se dedicó a fotografiar el cambio que sufrió su fisonomía a partir de que decidió bajar de peso. La balanza indicaba 170 en los días en que dio el sí, por 2009. Fue vestida de novia que tomó con seriedad el asunto y empezó una dieta saludable.
Así se gestó, “sin querer”, la serie fotográfica “Changing Room” (“Probador”, que se puede ver en su sitio web). La primera foto se la sacó su hermana menor, Jamie. “Mi cuerpo cambiaba rápidamente y no me reconocía en el espejo. Cada vez que me probaba un atuendo, me sacaba una foto: en ocasiones, como una celebración de mis logros físicos, y en otras, como un intento por entender mejor en quién me estaba convirtiendo”, recordó Julia.
Luego, las fotos fueron un lugar de referencia, un pilar donde tomarse fuerte para no caer. “Si deseaba comida chatarra o ponía excusas para no hacer ejercicio, agarraba mi teléfono y miraba las fotos para ver que trabajar duro sí valía la pena”, comentó sobre estas imágenes, que no fueron producidas para ser expuestas o compartidas con otros.
Pero al final del año, se sorprendió al ver que tenía alrededor de 200. Fue entonces que su lucha privada se hizo pública y empezó a incorporar esa experiencia en sus actividades artísticas, en el Instituto de Arte y Diseño de Milwaukee (MIAD), donde estudió Fotografía de Bellas Artes e Historia del Arte: “Decidí utilizar mi propia experiencia como musa. Las primeras imágenes que compartí eran fotografías mías en la balanza. Pero, una vez más, se sentían muy lejos. Decidí dar un paso más: empecé a fotografiarme a mí misma desnuda”.
Esas imágenes, de la serie “Half” (“Mitad”) incluyen estrías, “rollos”, pliegues de la piel, contornos voluptuosos y más. Lejos de correcciones, funcionan como interrogantes y buscan apropiarse de la imperfección y hacerla bandera.
“Percibí que la historia que contaba a través de mis imágenes no se trataba sólo de mí, sino de la experiencia humana en general. Ya sea una persona que lucha con su peso, otra que batalla contra una adicción o un niño que no se siente ‘normal’, todos compartimos estos pensamientos, sentimientos y emociones. Mis fotografías están destinadas a ser utilizadas como catalizadores para discusiones abiertas, honestas, personales y privadas. Para hablar sobre la belleza y la imagen corporal, sobre el éxito y el fracaso, sobre la identidad perdida y encontrada, sobre la aceptación de los demás y sobre el amor propio”, explicó y remató: “Mis fotografías tienen la intención de hablar visualmente sobre la vida”.