“El respeto a estas persona no implica legalizar sus actos”. Con estas palabras, monseñor Juan Carlos Romanín, obispo de Río Gallegos con jurisdicción en Tierra del Fuego, cuestionó el primer matrimonio gay de América latina, que se celebró en la provincia más austral del país.

Para Romanín, la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo cambiaría “radicalmente lo que hoy entendemos como familia” e implicaría además “la redefinición del matrimonio”.

En ese marco, exhortó a “pensar en las generaciones venideras, como los niños, que crecerán pensando que esta conducta homosexual es natural, especialmente si lo hacen en un hogar homosexual”.

”El no reconocer las uniones homosexuales no deja de lado todos los derechos que la sociedad le reconoce a cada uno de estos individuos, por lo que es falso que se diga que tienen menos derechos civiles que otros. Los derechos fundamentales de toda persona deben ser respetados”, afirmó el prelado en un comunicado.

El arzobispo sostuvo que “en las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia”, porque no están en condiciones de “asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana”.

Y agregó que “en dichas uniones no sólo se niega la posibilidad de la procreación, sino que ante una posible adopción, se le estaría negando al niño la experiencia de la maternidad y de la paternidad”.

El prelado dijo también que “llama la atención que no se haya permitido dar un debate prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia y, en cambio, se haya hecho todo silenciosa y sorpresivamente”, y consideró que “esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio precedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica”.

”Como Iglesia, llamamos la atención a todos los católicos, sobre todo a los que están involucrados en la política, especialmente a aquellos que ejercen funciones en los poderes del Estado, recordándoles que resulta un acto inmoral grave el hecho de que un católico apoye la legalización de las uniones homosexuales”, aseveró.

En nombre de la Iglesia, obispo austral pidió “recuperar el respeto por la familia, “lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado”.