El bullying, burla, maltrato, acoso, ataques físicos y psíquicos, marginaciones y discriminaciones, en ámbitos familiares e instituciones educativas, dan cuentan de una involución en los patrones de conductas adquiridas socialmente. No podemos continuar negando sus patológicas consecuencias: abandono de la escolaridad, intentos de suicidios y hasta tragedias como las de Carmen de Patagones o el caso de Javier Romero “Pantriste” y otros que mostraban los medios de EE.UU. y sentíamos tan lejanos. Herbert George Wells decía: “LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, ES CADA VEZ MAS UNA CARRERA ENTRE LA EDUCACION Y LA CATASTROFE”.

Hace décadas, planteé en ámbitos judiciales, médicos, psicológicos y otros, que en este siglo enfermarían y morirían más niños y adolescentes por trastornos de comportamiento que por infecciones y otras patologías.

Es paradojal que no hayamos logrado construir un contexto educativo que no sea “caldo de cultivo” de relaciones violentas y rituales perversos, calificándolos como casos aislados, esperando que las estadísticas se vuelvan “significativas” o planteando la provocación de la víctima, sin reconocer estas nuevas patologías (físicas, mentales y sociales).

Considero que aunque se cuestione parte del contenido o se considere incompleta, la recientemente promulgada Ley 26892, es necesaria y debe acompañar a la prioritaria Ley 23.849 de La Convención de los Derechos del Niño.

Considero positivo el abordaje que hace de los problemas vinculares desde la dimensión ecológica, más que la individual. Hasta los genetistas ya subrayan los factores ambientales, que influyen en las expresiones físicas y conductuales de los seres humanos. Incluso metaforizan sus nominaciones como: “gen egoísta” y “memes” o unidades culturales egoístas, al estudiar las causas de los conflictos en las relaciones interhumanas.

Destaco también que en el Capítulo 7 se prohíbe explícitamente las expulsiones y otras estrategias centrifugantes y segregantes. Es grave que las instituciones educativas de la infancia y adolescencia, se saquen de encima estos problemas eliminando a quienes también son víctimas de una sociedad deprivada de ética.

Lamentablemente la ley mantienen el error de confundir “domesticación” (con premios y castigos) y “educación”, por falta de actualización y difusión de conocimientos neurocientíficos, como el funcionamiento de la mente y el cerebro, de los seres en crecimiento. Por eso el error de proponer la aplicación de la fracasada solución de sancionar, penalizar para “corregir” conductas y relaciones injustas. No tiene en cuenta, lo que la justicia penal plantea como “probation” y otros recursos más efectivos que el castigo.

Nos debemos un debate profundo y serio, por eso esta ley, sirve de “pre-texto”.

Por cuestiones de espacio, propongo acceder al texto, resaltando, subrayando y agregando pequeñas explicaciones, para colaborar con su lectura en la columna “educación” del sito: www.mirtaguelman.com.ar.

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