Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) obtuvo aceites para biocombustibles a partir de microalgas. El objetivo es fabricar los productos a escala industrial en término de dos años. Financiado por un inversor privado, el programa se desarrolla en el Instituto de Energía y en la Facultad de Ingeniería.

El proyecto también tiene otros alcances, dado que las algas producen hasta un 50 por ciento de su peso en aceite y, una vez extraído del agua el desecho, puede utilizarse como alimento para animales.

Jorge Barón, director del proyecto, explicó que el inversor es un italiano que reside en Estados Unidos y es dueño de la empresa Dorial Management. “En el cultivo de las algas unicelulares se utiliza la energía solar como fuente primaria -indica Barón-, y como nutriente se recicla bióxido de carbono de chimeneas, ya que el medio líquido puede obtenerse de efluentes residuales industriales y urbanos”. Estas aguas, al ser reutilizadas, permiten que el desarrollo sea sustentable en términos ambientales.

Además, con un manejo adecuado, las algas se reproducen en pocos días en el mismo ámbito, a diferencia de la soja u otros vegetales, cuya cosecha se realiza una o dos veces al año. “Además de no provocar impacto ambiental de depredación de los suelos, como el alga se alimenta de dióxido de carbono, se pueden utilizar gases de calderas y maquinarias para su alimento, con el beneficio de reducir de ese modo las emisiones contaminantes al efecto invernadero”, enfatizó Barón.

Desarrollado el proyecto a gran escala, el investigador afirmó: “En dos años pueden cosecharse gran cantidad de algas sin necesidad de grandes reservorios de agua. Por la característica climática de muchos días con sol, Mendoza es un lugar adecuado”.

El equipo dirigido por Barón está integrado por especialistas en biotecnología, en microbiología, e ingenieros de las áreas de petróleos, química e industrial. Ellos experimentaron el proceso productivo de selección, cría y engorde de las algas y ahora están decididos a potenciar comercialmente el proyecto explotándolo a gran escala, gracias a la fuerte inversión lograda.

Además, le dieron participación al gobierno de Mendoza, a través de su secretaría de Medio Ambiente, con la que se gestiona un convenio para experimentar con aguas residuales urbanas de Campo Espejo, en Las Heras, Mendoza, donde existe un potencial importante para desarrollar un proyecto a gran escala. En estas aguas, con un proceso adecuado, se pueden transformar los residuos orgánicos que contienen en alimento para las algas.

Por último, como actividad complementaria de esta investigación, se prevé formar estudiantes avanzados de grado y posgrado con conciencia en el uso de alternativas tecnológicas para producir energía limpia. “El proyecto permitirá asociar un proceso productivo con el aprovechamiento de tierras no cultivadas, efluentes de diversos orígenes y utilización de energía solar”, resume Barón.

Fuente: Universidad Nacional de Cuyo