Como tantos otros talentosos del folklore argentino, Tamara Castro, quien falleció este viernes en un choque, eligió el camino más esforzado y quizás el más valioso para difundir sus canciones, recorriendo desde hace más de 20 años peñas, clubes y festivales populares de todo el país. 

Así la encontró la muerte este viernes por la mañana, junto a dos compañeros, justamente cuando viajaban hacia el encuentro de su público en la localidad bonaerense de Chivilcoy, donde esta noche tenía previsto ofrecer un recital, como parte de una gira que inició hace días y que ayer la había llevado a Rafaela, en la provincia de Santa Fe. 

El accidente ocurrió en la rutra provincial 13, a 40 kilómetros de esa ciudad santafesina, cuando ella y sus dos
acompañantes viajaban hacia Chascomús -donde recogerían a la secretaria de su representante- y luego seguirían viaje rumbo a Chivilcoy. 

Nacida el 4 de diciembre de 1972 en Ensenada, partido de La Plata, la cantante y guitarrista se crió y pasó toda su vida en la localidad bonaerense de Coronel Brandsen, donde a los 3 años empezó a concurrir a clases con Oscar Murillo y Mabel Pimentel, fundadores del "Ballet Brandsen". 

La cantante, que por cierto espíritu estético y actitud generacional pertenece a la denominada "nueva camada" del folclore argentino, pasó su niñez y adolescencia haciendo danzas, participó de un coro, hizo teatro, además de tocar en la la Banda Municipal de Brandsen. 

A los 11 años recibió su primera guitarra y a los 12 ya participaba en peñas y festivales locales, hasta que a los 17
viajó a su primer certamen regional en City Bell, donde obtuvo el primer puesto solista vocal femenino. Ese fue el puntapié inicial para una carrera exitosa basada en su talento para componer y cantar folclore, pero también en la
fuerza y la perseverancia para recorrer sin descanso, desde entonces y hasta la fecha, cientos de certámenes municipales, provinciales y nacionales. 

A los 20 años, luego de terminar sus estudios secundarios, viajó a la Capital Federal para asistir al Instituto Nacional Superior del profesorado de Folclore y conoció a Jorge Milikota, compositor y músico con quien empezó a grabar demos y comenzó a presentarlos en público. 

Tocando en una parrilla de General Rodríguez para ganarse la vida, fue descubierta por Titán Amorena (dueño del sello DBN), quien le hizo firmar su primer contrato para una discográfica, hecho del cual en 1998 nació "Pasiones", su primer disco. Ese mismo año actuó por primera vez en el escenario mayor del Festival de Cosquín y también lo hizo en el Festival de Baradero, donde presentó sus canciones con muy buena acogida del público, sus colegas y la prensa especializada. 

En 1999, luego del moderado éxito de "Pasiones", editó su disco "Revelaciones", al que siguieron "Resplandor" (2000), "Lo mejor de mí" (2002), "Endechas" (2004) y "La Patria digna" (2005). En esos álbumes demostró que, junto a ritmos propios del folklore argentino, como la zamba, la chacarera, el gato, los valsecitos y el takirari, podía teñir a las letras y la poesía de sus canciones con preocupaciones y palabras de un alto contenido social.

Fuente: Télam