"Acoso físico o psicológico al que someten, de forma continuada, a un alumno sus compañeros". Esa es la definición que el diccionario le otorga a la palabra bullying, que proviene del término bully o 'matón' en inglés. 

Pero el significado no se agota en esa frase: va mucho más allá, puede generar heridas que duran para toda la vida y tiene una trama muy compleja de la que participan no sólo los chicos sino, sobre todo, los grandes. 

En el marco del mes de la concientización y lucha contra el acoso escolar y la violencia entre pares, el programa Antes de Salir (El Tres) difundió una serie de entrevistas que sirven para entender un poco más la problemática y conocer cuáles son las respuestas que escuelas y Estado les dan a las víctimas.

El 0800-222-1197 funciona en todo el país.

Más que hechos aislados, un proceso

Según la psicoanalista infantil Ana Bloj (Matrícula 1258), "son situaciones complejas que implican un proceso. En general ha pasado antes un largo proceso grupal en el aula o en el seno familiar, en el que el niño o adolescente ha quedado como portavoz de una conflictiva que lo excede. En general los vulnerados son los más sensibles, o quienes tienen mayor capacidad de absorber o visibilizar una problemática familiar o institucional".

"Donde más radica la problemática y menos visibilizada está es en la adolescencia. El término tiene una fuerte vigencia y se desarrolla a nivel mundial porque empiezan a impactar los suicidios adolescentes frente a hechos que no parecen tan graves como las cargadas, que se van profundizando. Es una edad de fragilidad y esa fragilidad los lleva a algunos a agredir y a otros a tornarse vulnerables", explicó.

Para Bloj, "el adolescente tiene más posibilidades de pasar al acto, mientras que con los niños se produce un fuerte dolor que hay que atender, pero las consecuencias inmediatas son diferentes".

La responsabilidad de los mayores

Bloj cree que la ausencia de los mayores es crucial para que se origine el deseo de agredir y se concrete ese proceso del que habla. "La idea de bullying es la del chico violentado por un par, cuando en realidad, si nos quedamos con ese término, no llegamos a ver la complejidad que tiene. Ese término nos deja en una situación engañosa, porque si la violencia es entre pares, los adultos no deberíamos estar. Y desculpabiliza la ausencia del adulto. Nos deja muy cómodos".


"Es muy común que alguien pregunte 'quién fue' y 'qué pasó', lo que denota que no hubo una presencia durante el proceso que ha llevado a ese desencadenamiento. Es mejor pensar que la violencia no es solo entre pares, sino que ellos funcionan como portavoces de una problemática social o familiar. Y tanto los docentes como los psicólogos que deberían estar en la escuela, los padres, los familiares, los vecinos, todos deben estar alertas porque esta sociedad es cada vez más violenta", agregó.

La crispación de la sociedad actual y los problemas económicos de muchas familias marcan el pulso del crecimiento de los casos de agresión entre pares: "El bullying como momento de expresión de un acto violento representa el malestar social que existe. Nuestro país es uno de los países latinoamericanos con más casos declarados de violencia entre pares".

Según la especialista, esos problemas económicos provocan en buena parte la ausencia de sus funciones parentales y constitutivas de la personalidad de los niños: "Las familias hacen lo que pueden en un contexto de vida complejo y difícil, sobre todo de los que entran en la maquinaria capitalista de la exigencia del tener o para quienes tienen una situación económica difícil. Hay muchas familias atravesadas por la desocupación. Y es difícil para los padres sostener funciones parentales".

Baja autoestima

Arístides Álvarez, de la ONG 'Si nos reímos, nos reímos todxs' cree que "los más perjudicados son los niños o jóvenes que tienen autoestima baja, una personalidad de baja resistencia a las bromas o chistes y no pueden defenderse. Y hay varios factores: quizás uno es que tienen padres que están muy encima de ellos y les impiden desarrollar una personalidad que tenga resiliencia a esto o asertividad, que quiere decir que podés frenarla con firmeza y sin violencia".

"Estos chicos son pasibles de maltrato o discriminación por esto o porque son diferentes, porque hablan distinto, por su contextura física, por su piel... Por eso hablo de intolerancia a las diferencias", añadió.

La ONG  tiene por objetivo la convivencia en todos los lugares donde se sociabilicen niños y jóvenes: escuelas, clubes y cualquier otro lugar. "Y también hemos extendido nuestro trabajo a los adultos en el ámbito laboral", dijo Álvarez en Antes de Salir.


"Apostamos a la prevención, a prevenir estos conflictos en los ámbitos donde se desarrollan. Y una vez que suceden y nos piden ayuda, damos contención, asesoramiento y los vinculamos con aquellas estructuras del estado que deben intervenir", comentó.

Álvarez cree que "los conflictos se dan por falta de tolerancia, de solidaridad, de respeto, de saber aceptar disculpas y dar y pedir perdón. Estos valores básicos que se traen desde la familia son los que originan los conflictos".

Para Álvarez, es clave frenar la situación de acoso o maltrato a tiempo: "Si esto no se soluciona cuando se produce, las secuelas pueden durar años y los va a afectar en sus futuras relaciones laborales, familiares o sentimentales".

Y aconseja no callarse: "Siempre sugerimos que hay que hablar, denunciar, frenarlo y eso se logra a partir de un diálogo y si los adultos nos involucramos".

La presencia de los adultos es clave para detectar los maltratos.


Más tiempo compartido, menos celular

De acuerdo a lo expresado por Bloj, los padres deberían "tomar la responsabilidad de instalar corrientes de ternura con sus hijos, de darse momentos donde puedan encontrarse con ellos, dejar cosas de lado como el celular y las preocupaciones. Y no retarlos y nada más, algo que puede implicar un límite a esa actitud violenta del hijo, sino llamarlo a pensar. No es sólo retarlo porque llegó la nota de la maestra".

"El afecto es difícil de construir y no se puede inventar. La agresividad es constitutiva en la infancia. El ser humano tiene una dimensión de agresividad que le es propia y para estar en la cultura debe apaciguarla. Para eso contamos con la razón y el afecto. Hoy está faltando la posibilidad de pensar en el otro, en el sentir del otro. Los padres pueden invitar a los hijos no sólo en el momento del bullying, sino en el día a día, a que se ponga en el lugar del compañero, si tendrá algún problema, si pueden ayudarlo", acotó.

La respuesta del Estado provincial

Fernanda Tavella, psicóloga del Ministerio de Educación de Santa Fe, explicó en Antes de Salir cómo trabaja la provincia en la prevención de esta problemática y cuál es la respuesta ante la presencia de un caso de violencia entre pares.

"Se trabaja principalmente en las escuelas, con los docentes o directivos, para detectar la problemática, y dentro de la escuela con los docentes que han sido capacitados por la provincia. También desde estos últimos años se incluyeron los centros de estudiantes, se ha habilitado esta posibilidad", narró.

Según Tavella, "cuando no se logra solucionar la conflictividad, eso llega al Ministerio de Educación y lo trabajamos los equipos socioeducativos".

"En la regional Sexta del nodo Rosario recibimos aproximadamente 270 situaciones de violencia en el último año. Pero de acoso escolar fueron sólo 13 el año pasado. Hay en la provincia una mesa de orientación y servicios, pero no hay un 0800 dedicado exclusivamente para bullying. Cuando se detecta esta situación, se le avisa a cada regional por correo electrónico", informó. 


"Lo importante en estos casos es la visibilización: hoy no hay silencio con respecto a estas situaciones y hay equipos capacitados para afrontarlo y llevarlo a buen puerto. La puerta del Ministerio está abierta siempre, el equipo socioeducativo está esperando . Si algún padre está angustiado, nosotros lo recibimos y lo ayudamos", expresó.

Y manifestó: "Muchas veces, mientras las escuelas están trabajando el tema, los padres se angustian mucho y nosotros podemos acompañar el proceso".

La funcionaria subrayó la importancia de la implementación del programa Lazos: "Es un programa que trata de trabajar la convivencia, las adicciones, las problemática que surgen en la escuela con la comunidad educativa, con padres, docentes, niños".

"Y se suman y articulan con las llamadas 'ruedas de coinvivencia', que son posibilidades de hacer surgir la palabra, que todos tengan voz y se escuchen todas las voces. Cuando un. pone en palabras el malestar, se comparte, se evalúa y se empieza a resolver", concluyó.

El estudio fue realizado por la organización no gubernamental


El Estado nacional: un 0-800 de convivencia escolar

Cristina Lovari, coordinadora Nacional de Educación Inclusiva, explicó cómo se creó y cómo funciona la línea de convivencia escolar, el 0800-222-1197 donde se reciben llamados de todo el país con denuncias de situaciones de bullying.

"Se pensó en trabajar articuladamente con las distintas jurisdicciones del país, a fin de dar respuesta a todas las llamadas. Y la usan comúnmente los referentes familiares, en menor medida equipos docentes y aún menos los propios estudiantes. Las situaciones que se derivan son generalmente de acoso escolar y de vínculos entre docentes y estudiantes", comentó Lovari.

Según la funcionaria, "la línea recibe denuncias de situaciones de acoso escolar y se plantean denuncias en torno al vínculo entre los pares. Las de acoso escolar son generalmente entre alumnos y hay situaciones de todo tipo: puede darse de manera verbal, física, psicológica o de exclusión. Y esto atraviesa transversalmente a todas las edades".


Pero en la provincia de Santa Fe no está muy instalado el 0-800. "En esta línea se reciben llamados de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza. Esas son las provincias de donde más provienen los llamados. De Santa Fe provincia, este últim. año, no hemos recibido llamados específicos".

"Hay generalmente dos instancias: o un familiar que llama por un problema del alumno, o aquellos que han agotado las instancias en sus jurisdicciones y no encuentran una respuesta favorable", dijo.

Y acerca del mecanismo de actuación tras recibirse la denuncia, explicó: "El sistema registra la situación y se direcciona al referente jurisdiccional que inicia la intervención que corresponde. Y luego los referentes jurisdiccionales nos comunican cuáles son las acciones que han relizado para hacer un seguimiento".

Menos charlas informativas y más ternura

La psicoanalista infantil Ana Bloj cree que las escuelas y los padres deben implicarse más en el proceso constitutivo del carácter de los chicos. "El problema es cómo se aborda el fenómeno del bullying. Qué se hace en las escuelas. Y me parece terrible que hoy en la escuela sólo se de una charla, se invite a un profesional. No hay una implicación verdadera de la institución, que cree que así resolvió el problema, ni un trabajo de implicar realmente a los jóvenes y los niños".

"Lo que hay que hacer es acompañar el proceso de constitución de esos niños. Lo que se ha perdido es la ternura como posibilidad de pensar cuáles son los modos de relacionarnos para productir otra cosa que no sea violencia", aportó.

Y también cree Bloj que hay que generar otros canales de confianza entre docentes y alumnos: "Hay que pensar cómo parar esa vorágine que se va dando, que los chicos reproducen, y pensar cómo ir por otras vías sin ir a hablar exclusivamente del bullying. Los docentes pueden conversar un rato en la clase, generar otro clima de trabajo que seguro va a generar un mejor rendimiento escolar". 

Los docentes encontraron una alternativa para mejorar el clima escolar y prevenir el bullying
Mejorar el clima escolar ayuda a prevenir el bullying.

 
¿Víctimas y victimarios o víctimas ambos?

Finalmente, Bloj aseguró no creer que sólo haya que asistir a quienes reciben las agresiones: "Yo me preocupo más por el psiquismo del agresor que del agredido. Al agredido hay que acompañarlo, se lo puede ayudar. Pero el agresor aparece con una fortaleza falsa, porque si necesita agredir, está más vulnerado aún, tiene un fuerte sentimiento de impotencia. Y esto es lo que no está visto cuando uno habla de la víctima del bullying".

"Quien ha recibido un acto de violencia queda fragilizado: incluso muchos dejan la escuela. Con ellos el trabajo terapéutico es indispensable. Hay que trabajar con los niños, los jóvenes y los padres. El trabajo apunta a fortalecer el Yo de ese niño, afirmarlo, valorarlo, devolverle palabras de valoración desde la familia, ayudarlo a ver la existencia del mal, de la crueldad, que está muy instalada en la sociedad. Ayudarlos a ser más sabios, porque estos chicos generalmente son más sensibles, pueden ver cosas que otros chicos ven de manera más superficial", comentó.

"Hay que ayudarlos a descubrir esa dimensión que queda obturada por la agresión. Y la ayuda con actividades placenteras, compartidas familiarmente, también es necesaria", concluyó.