Los chicos lanzaron su cruzada y no van a permitir que ningún adulto se les escape. Su objetivo: que nadie se quede sin jugar, al menos por un rato. “Es para divertirnos y también porque nos ayuda a relacionarnos con los otros”, explica Jennifer Montenegro, una de las consejeras que lanzó esta propuesta para festejar el Día del Juego y la Convivencia todos los primeros miércoles de octubre.

Los chicos quieren que el juego entre adultos y chicos se multiplique en toda la ciudad. “El pedido es a todos los adultos de Rosario para que este miércoles puedan detenerse en el trabajo con sus compañeros, o con sus hijos a la salida de la escuela un rato, y puedan compartir un momento. Para que le transmitan a los niños sus vivencias y recuerdos de cuando jugaban”, asegura Leandra Bonofiglia, titular de La Ciudad de los Niños y coordinadora del Consejo de los Niños. De este último espacio conformado por chicos que representan a los seis distritos de Rosario y que se juntan cada semana, surgió la idea, luego aprobada por Ordenanza Municipal en 1998.

Aunque el tiempo no acompañó, la jornada igual se vivió bajo techo y los juegos se reprodujeron igual en distintos espacios de la ciudad. No hay una sede en este Día del Juego, “no hacen falta grandes organizaciones, sólo ganas de jugar un rato”, propone la coordinadora del Consejo.

A ocho años de aquel reclamo-propuesta, los 178  chicos que actualmente participan de la “fábrica de ideas”, como les llaman a las reuniones que se llevan a cabo todos los sábados a la mañana en cada uno de los seis distritos municipales, insisten: “Queremos que los adultos jueguen con nosotros”, dice Jennifer, que con sus 11 años es una de las consejeras de la zona sudoeste.

“Los chicos recalcan aún hoy que los grandes no jugamos, que nos cuesta mucho detenernos y estamos mentalizados en esta lógica de que hay poco tiempo, que lo importante es la producción. No nos detenemos siquiera a mirarnos”, apunta Bonofiglia.

El juego se relanza como un mediador entre dos generaciones, un espacio para divertirse y compartir vivencias y recuerdos, “aunque sea por un rato”, suplican desde el Consejo de los Niños. Y según reconoce su coordinadora, “es una idea simple que todavía hoy no se termina de entender”. ¿Será que la cruzada de los chicos irrumpirá en el laberinto de ocupaciones de los adultos?