En menos de un año Rosario vivió tres fenómenos climáticos tan violentos como inéditos: el granizo del 15 de noviembre del año pasado, la lluvia que inundó la región a fines de marzo y los vientos huracanados del último viernes. Esos acontecimientos están lejos de ser una excepción y son más bien una muestra de lo que se viene. Según explica el investigador meteorológico Oscar Monjelat, el famoso cambio climático es la causa de esta reacción de la naturaleza que por otro lado promete “repetirse e intensificarse en los próximos meses”.
“Fenómenos como los del viernes se van a repetir e intensificar porque todavía no estamos en el período de mayor calentamiento, puede haber una fuerza adicional cuando el ambiente se caliente más y tengamos en verano lapsos de cinco o siete días de mucho calor”, detalla.
En ese sentido, si bien aclara que no se puede predecir cuándo y cómo ocurrirá el próximo fenómeno, está claro que puede ser cualquier de las tres variantes conocidas o una mezcla de alguna de ellas.
“Las lluvias conectivas se dan cuando se registran nubes con desarrollo vertical es decir que están a diez mil metros de altura y que representan más peligro a medida que son más altas”, apunta Monjelat. Otro de los puntos a tener en cuenta son los vientos que vienen desde el norte con altas temperaturas acumulando humedad durante miles de kilómetros y se encuentran con aires más fríos en el centro del país.
Para el especialista, este tipo de fenómenos “se está repitiendo con mayor frecuencia” no sólo en Rosario sino en provincias como Misiones o Corrientes, donde se generan fuertes tormentas cada tres días.
Poco sabios
Son cada vez menos los que desconocen el peso en la vida real del cambio climático. Rosario es una muestra de que las preocupaciones medio ambientales distan de ser una mera abstracción inocente o romántica. “La naturaleza se está tomando revancha”, aseguran los ecologistas.
Por su parte, Monjelat analiza las causas de esta situación: “Lo que hemos hecho con la deforestación de los bosques y de los árboles, que contribuyen a ponerle un freno a este tipo de fenómenos, es terrible”.
“La cobertura natural es sabia porque el árbol además de contribuir a la limpieza del medio ambiente es un elemento catalizador del campo eléctrico y las tormentas, justamente, tienen más carga eléctrica porque sirven de equilibrio”, dice el meteorólogo, quien califica la pérdida del 40 por ciento de las selvas del mundo como un “adicional” en la potencia de estos fenómenos.
Inacción estatal
Cuando cayó granizo las autoridades hablaron de un hecho inédito, luego vinieron las lluvias y se insistió en el quiebre de los registros históricos de milímetros caídos y ahora fue el viento. El “yo no sabía” que patentó Carlos Reutemann luego del desborde del río Salado en la ciudad capital no se puede ni se podrá aplicar de aquí en más. ¿Qué se hace entonces?
“Desde principio de año a ahora se avanzó muy poco en trabajar en la prevención”, asegura Monjelat. En realidad, fue casi nada lo que se hizo si se tiene en cuenta que la pequeña localidad de Chabás es la única que cuenta con una estación meteorológica que costó sólo ocho mil pesos y que permite adelantar con más precisión este tipo de hechos.
Sin ir más lejos, el viernes que pasó, esa localidad lanzó por la tarde una alerta amarilla, a las 17.30 la elevó a naranja y a las 18 (una hora y media antes de la tormenta) estableció la alerta roja que ordena la población a “refugiarse”.
“Esta situación permitió prevenir y alertar a la población local de los efectos que pudo ocasionar la llegada de la tormenta”, señaló el presidente comunal Osvaldo Salomón, quien por otro lado felicitó a Monjelat, el responsable de la Estación Meteorológica Chabás.
“En Chabás empezamos hace un año con este sistema pero en Rosario no se hizo nada y es una pena porque tener una estación permite medir la presión, la temperatura y el viento, que da otros elementos cuando el Servicio Meteorólogo Nacional emite un alerta con un área muy amplia de alcance”, agregó.