Las muertes maternas podrían reducirse en un 70% y las neonatales un 50% si se duplicase la inversión en políticas de planificación familar, cuidados ginecológicos y obstétricos. Los beneficios de este drástico recorte a la mortalidad materno-infantil serían enormes.

En el año 2000, las Naciones Unidas firmaron un acuerdo por el cual se comprometían al cumplimiento en 2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Hoy, cuando ya ha transcurrido más de la mitad del plazo para erradicar la pobreza extrema y el hambre, garantizar la sostenibilidad ambiental y promover la igualdad de género, entre otros, es evidente que quedan muchas cosas por hacer.

El cuarto y quinto objetivo se corresponden con la reducción de la mortalidad infantil y la mejora de la salud materna, respectivamente. Ambas metas, a pesar de haber registrado ciertas mejoras en los últimos años, están lejos de alcanzarse. La crisis económica mundial y el cambio climático amenazan con comprometerlas aún más.

Según las cifras presentadas en el último informe del Fondo para la Población de Naciones Unidas (UNFPA) y el Instituto Guttmacher, sólo la mitad de los 123 millones de mujeres que dan a luz cada año reciben cuidados antes, durante y después del embarazo, 215 millones no tienen acceso a anticonceptivos eficaces y 20 millones recurren a abortos no seguros. En consecuencia, 550.000 mueren cada año por causas en su mayoría evitables.

El objetivo para 2015 es reducirlas un 75% respecto a las cifras de 1990. En 2005, sólo habían descendido un 6% en los países emergentes. En cuanto a los niños, la situación no es mucho mejor. Unos cuatro millones de niños fallecen durante el primer mes de vida. El 99% ocurre en los países en desarrollo y dos tercios en África, el Sur y el Sudeste asiático.

Esta cifra representa el 38% de las muertes de menores de cinco años que, según los ODM, debería reducirse a 2,75 millones frente a los 11 registrados en 1990. En 2006, bajaron por primera vez de los 10 millones.

Poner remedio a esta dramática situación requiere hacer llegar a los más necesitados los medios sanitarios adecuados. Y para ello, claro está, hace falta dinero. Pero, ¿cuánto? Mejorar los cuidados obstétricos y neonatales, así como fortalecer y expandir los servicios de planificación familiar tiene, según el citado informe, un coste de 24.600 millones de dólares. Esto es, aproximadamente, el doble de lo que se invierte hoy en día.

“Invertir en un puñado de servicios médicos básicos, como planificación familiar y atención al parto, puede salvar a millones de mujeres y bebés”, declaró Sharon Camp, Presidenta del Instituto Guttmacher. “No se trata de ciencia espacial. En su mayoría son de servicios simples que pueden proporcionarse sin costes a nivel local, acompañados de cuidados urgentes cuando sean necesarios”, añade. “Sabemos lo que debe hacerse, sabemos lo que costaría y ahora sabemos que la inversión necesaria es modesta en relación con los vastos beneficios, concluyó.

Fuente: El mundo