El Programa Nacional de Mediación Escolar del Ministerio de Educación Nacional, propone el diseño y la implementación de proyectos de mediación cuyos destinatarios finales son los alumnos, para ello es imprescindible que los demás sectores y roles de la educación comprenden y sepan utilizar estos programas, lo que hará que cada iniciativa perdure en el tiempo y pueda verse reflejada en resultados efectivos.
Como parte de los talleres sobre mediación, el Ministerio explicita que la mediación es “una extensión del proceso de negociación, a la que puede recurrirse cuando las partes no han podido avanzar tratando el conflicto directamente entre ellas”. Consecuentemente, implica la intervención de una tercera parte neutral –aceptada por ambas partes- sin poder de decisión sobre el potencial acuerdo ya que no es un juez, pero sí su función es ayudar, mediante un proceso de conducción sobre todo comunicacional, a analizar los puntos en conflicto para encontrar opciones que lleven a la solución.
La mediación se puede ejercer entre alumnos o entre individuos que formen parte de la comunidad (directivos, docentes, padres), así el desarrollo de un conflicto, en cierta medida, incide sobre algunas percepciones sobre otras personas, situaciones, creencias y valores; en función de ello se interpretan los hechos y los comportamientos de los otros, y por ende, se actúa en consecuencia; de ahí que la mediación intenta que estas partes se comprendan, evitando estereotipos o prejuicios.
Si bien el proceso de mediación es flexible, los documentos del Ministerio sugieren algunas instancias que necesariamente deben estar, es decir la apertura de la mediación para la creación de condiciones favorables para que el mediador actúe; la exposición de la situación desde las diferentes perspectivas; la generación de opciones para la resolución; la evaluación y selección de las opciones más adecuadas para ambas partes; la elaboración de una propuesta; y finalmente, el seguimiento del cumplimiento del acuerdo.
Para la efectividad comunicativa, es importante que la persona que tenga el rol de mediador, sea competente para escuchar en forma empática y comprender a la partes, además de saber hacer las preguntas adecuadas a la situación que se plantea y, de este modo, favorecer la interacción. El acuerdo llega cuando cada parte involucrada identifica sus intereses y necesidades, expresa sus sentimientos y, principalmente, logra reconocer esto en la otra parte. En consecuencia, se podrá evaluar si la propuesta es viable, equitativa y definitiva.
Como parte de los talleres sobre mediación, el Ministerio explicita que la mediación es “una extensión del proceso de negociación, a la que puede recurrirse cuando las partes no han podido avanzar tratando el conflicto directamente entre ellas”. Consecuentemente, implica la intervención de una tercera parte neutral –aceptada por ambas partes- sin poder de decisión sobre el potencial acuerdo ya que no es un juez, pero sí su función es ayudar, mediante un proceso de conducción sobre todo comunicacional, a analizar los puntos en conflicto para encontrar opciones que lleven a la solución.
La mediación se puede ejercer entre alumnos o entre individuos que formen parte de la comunidad (directivos, docentes, padres), así el desarrollo de un conflicto, en cierta medida, incide sobre algunas percepciones sobre otras personas, situaciones, creencias y valores; en función de ello se interpretan los hechos y los comportamientos de los otros, y por ende, se actúa en consecuencia; de ahí que la mediación intenta que estas partes se comprendan, evitando estereotipos o prejuicios.
Si bien el proceso de mediación es flexible, los documentos del Ministerio sugieren algunas instancias que necesariamente deben estar, es decir la apertura de la mediación para la creación de condiciones favorables para que el mediador actúe; la exposición de la situación desde las diferentes perspectivas; la generación de opciones para la resolución; la evaluación y selección de las opciones más adecuadas para ambas partes; la elaboración de una propuesta; y finalmente, el seguimiento del cumplimiento del acuerdo.
Para la efectividad comunicativa, es importante que la persona que tenga el rol de mediador, sea competente para escuchar en forma empática y comprender a la partes, además de saber hacer las preguntas adecuadas a la situación que se plantea y, de este modo, favorecer la interacción. El acuerdo llega cuando cada parte involucrada identifica sus intereses y necesidades, expresa sus sentimientos y, principalmente, logra reconocer esto en la otra parte. En consecuencia, se podrá evaluar si la propuesta es viable, equitativa y definitiva.


