Un estudio liderado por el psiquiatra Ignacio Jáuregui, investigador de la Universidad Pablo de Olavide, subraya la importancia de conocer mejor las características personales de pacientes con trastorno alimentario (anorexia o bulimia), para el desarrollo de un tratamiento más personalizado en el que se aborden variables psicológicas que ayuden al individuo a mejorar sus emociones.



Ignacio Jáuregui asegura que “la clasificación clásica de anorexia y bulimia dice mucho de los aspectos clínicos que presenta el paciente, pero prácticamente nada sobre su pronóstico, su personalidad, etc”. Por ello, plantea la necesidad de buscar otro tipo de clasificación más operativa, de forma que se conozcan mejor las características personales de los enfermos.



En concreto, el estudio defiende que dos personas con un mismo diagnóstico, probablemente no se parezcan en nada en su forma de abordar el problema. Para ello ha tomado dos instrumentos que diferencien a los pacientes con trastornos alimentarios. Uno mide los rasgos de personalidad (introvertido, sociable, respetuoso, etc.). El otro, mide las estrategias de afrontamiento, es decir, la forma en la que el individuo se enfrenta a los problemas que le plantea la vida y a sus emociones.



En total, para este trabajo se ha contado con la colaboración de 252 personas, divididas en tres grupos: pacientes con anorexia o bulimia, pacientes con otros trastornos mentales y estudiantes universitarios sin ninguna patología marcada, que conformaron el grupo de control.



Según el investigador, al comparar los resultados de los pacientes con trastornos alimentarios con el resto de la muestra, han encontrado diferencias significativas en algunos de los valores analizados. En la autocrítica, una estrategia de afrontamiento de las emociones que se considera negativa, las personas con anorexia o bulimia superaban con creces a los otros participantes del trabajo.



“Pensamos, aunque tenemos que seguir profundizando, que esto se puede derivar de los problemas que tienen estos pacientes con respecto a su imagen corporal, se encuentran muy insatisfechos con este aspecto y resultaría lógico que utilicen mucho la estrategia de autocrítica en relación con el manejo de sus emociones” , señaló.



Trabajar aspectos de personalidad



Con los datos obtenidos, los investigadores introdujeron los resultados de pacientes con anorexia y bulimia en un programa informático, con el fin de conocer si estadísticamente este grupo se puede clasificar en función de las dos variables analizadas, las características de personalidad y las estrategias de afrontamiento. En total surgieron dos grupos bien diferenciados.



El primero, de posible peor pronóstico, abarca pacientes caracterizados por una elevada introversión, por una marcada inhibición, por una alta sensibilidad interpersonal, por una gran impulsividad, así como por un manejo inadecuado de las emociones y, en general, de los problemas.



Además, los miembros de este grupo tienen una autoeficacia percibida (sentimiento de capacidad para resolver problemas) muy baja. Se encuadraron en este colectivo el 53,1% de personas bulímicas y el 69% de anoréxicas.



El segundo grupo, sin embargo, se caracteriza por tener puntaciones mucho más elevadas en rasgos como la sociabilidad, ser personas convincentes, respetuosas y confiadas. El manejo de problemas y emociones de las personas enmarcadas en este colectivo es adecuado y, además, perciben una mayor autoeficacia. De los pacientes que participaron en este estudio, pertenecen a este grupo el 46,5% de bulímicos y el 31% de anoréxicos.



Para Ignacio Jáuregui, encuadrar al paciente en alguna de estas dos categorías es muy útil para abordar su enfermedad desde el punto de vista médico. “Si tenemos una persona con anorexia del grupo de peor pronóstico, aparte de que se haga un tratamiento habitual de los trastornos de la conducta alimentaria, habría que trabajar con ella técnicas para que empiece a manejar sus problemas y emociones de un modo más eficaz, más adaptativo por ejemplo”.



En relación con esto, y como conclusión última, el estudio apunta a que dependiendo del grupo al que pertenezca el paciente, será más interesante enfocar el tratamiento individualizado a las características de personalidad del paciente o al propio trastorno alimentario. “Lo novedoso que aporta el estudio es este enfoque, es decir, evidentemente un tratamiento ha de ser individualizado, pero este tipo de trabajos pretenden una individualización que tenga en cuenta una serie de variables psicológicas que sean más importantes que el mero hecho del diagnóstico clínico”, concluye Jáuregui.



Fuente: SINC