El mejor conocimiento anatómico de la mama, el perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas y los nuevos materiales en las prótesis han permitido tratar el aumento mamario de una forma personalizada, no sólo pensando en el incremento volumétrico, sino teniendo en cuenta la anatomía de la paciente.

El doctor José Luis Martín del Yerro, jefe del Servicio de Cirugía Plástica de Hospital Quirón de Madrid, que recientemente ha desarrollado un algoritmo que ofrece al clínico una guía para elegir el implante más adecuado, con el objetivo de conseguir una forma más natural de la mama.

"Ya no se debe pensar en términos volumétricos, sino en la dimensión estética. Al pensar en la prótesis mamaria más adecuada para una paciente no hay que tener en cuenta su volumen, sino sus dimensiones que son tres: anchura, altura y proyección", explica José Luis Martín del Yerro. "En las mujeres con un cuerpo longilíneo y estilizado la mama es más alta que ancha; en féminas más anchas y de menor estatura, la prótesis debe ser diferente. Se debe elegir el implante estéticamente más apropiado en relación a las proporciones corporales".

La tecnología de las prótesis ha cambiado. La consistencia del nuevo gel de silicona cohesivo permite que la prótesis tenga forma por sí misma. "Antes las prótesis también tenían forma, pero ésta la daba la bolsa externa mientras que el interior estaba formado por gel semilíquido. El uso de prótesis de gel cohesivo da lugar a implantes que tienen una forma preconformada y que se pueden deformar pero luego recuperan la forma previa. El gel de silicona cohesivo es similar a una gominola e incluso en caso de rotura de la prótesis no se derrama ni se dispersa por el organismo.

Las mejoras en las técnicas quirúrgicas, anestésicas y de fisioterapia han permitido que las pacientes puedan recuperarse más rápido de la intervención. Se ha perfeccionado todo el proceso de la cirugía. Primero se ofrece a la paciente medicación preanestésica para disminuir su estrés; dentro de quirófano se utilizan técnicas de cirugía poco agresiva -con bisturí eléctrico y sin apenas sangrado- y se realiza un tipo de anestesia que evita los gases anestésicos, lo que disminuye la incidencia de nauseas, vómitos y mejora la calidad del despertar.

Tras la reanimación se favorece su movilidad para evitar la aparición de contracturas musculares. A la mañana siguiente un fisioterapeuta realiza un drenaje linfático antes del alta y durante los días posteriores. "Esta movilización controlada de forma precoz permite a los pacientes recuperarse rápidamente e, incluso, conducir al segundo o tercer día después de la intervención", explica Martín del Yerro.

Fuente: Revista Iberoamericana de Medicina Estética