La presencia de la sexualidad en la vida de los adultos mayores muchas veces está teñida de prejuicios y connotaciones negativas respecto del deseo sexual por confundirse sexualidad con genitalidad, entendida como la capacidad de tener relaciones sexuales.

"La sexualidad en la vejez se expresa de las más diversas formas, siempre está presente en la vida de los adultos mayores -incluso entre quienes están institucionalizados o sufren enfermedades crónicas- y tenerlo en cuenta sin confundirlo con genitalidad ayuda a comprender lo que les pasa, a respetarlos y a mejorar su calidad de vida", explica Moisés Schapira, especialista en geriatría y gerontología y director médico de Hirsch, Centro de Excelencia para el Cuidado de Adultos Mayores.

La sexualidad acompaña a cada persona durante toda su vida mientras que la genitalidad, es decir la capacidad de tener relaciones sexuales, es sólo uno de sus aspectos, pero no el único. La vida sexual (tal cual lo define la propia Organización Mundial de la Salud) es algo mucho más amplio que abarca además la identidad de género, la orientación sexual, el placer y el erotismo, la intimidad y la reproducción.

Este tópico es uno de los temas a tratar en las Primeras Jornadas de Gerontología Institucional en la Argentina, un encuentro interdisciplinario que se lleva a cabo en Buenos Aires.

Los adultos mayores suelen estar bastante alejados de las imágenes que en la cultura actual se asocian con la sexualidad, y eso puede llevar a la idea -totalmente errónea- de que no la tienen. Ciertos prejuicios también contribuyen a la ridiculización del deseo sexual en la vejez.

Según el profesional, la sexualidad es para ellos un mundo tan amplio como a cualquier otra edad. A algunos, una buena salud –y tener pareja– les permite mantener relaciones satisfactorias; a otros, el peso social de la vejez les genera una pérdida de deseo aunque no tengan disfunciones físicas; unos quedaron solos y otros forman una nueva pareja en una residencia geriátrica; otros descubren nuevas formas de expresar y disfrutar de un erotismo diferente al de los veinte años.

Pero hay algo común a todos, que es "la necesidad de construir desde el afecto y de tener representaciones del amor que van más allá de la genitalidad", destacó Schapira.

A diferencia de la genitalidad, que a edad adulta puede estar o no, la sexualidad en un sentido más amplio siempre tiene en cuenta la calidad de la relación con el otro y siempre involucra el afecto: "No tenerlo en cuenta sería no tener en cuenta a la persona en su aspecto integral", señaló Schapira, quien remarcó la importancia de que este aspecto esencial de la vida sea tenido en cuenta por las personas que están a cargo del cuidado de las personas de mayor edad.

La sexualidad depende de factores biológicos, sociales, psicológicos, económicos, políticos, culturales, religiosos y espirituales.

Schapira comentó que prácticamente no existen cifras que den cuenta de la vida sexual de los argentinos mayores de 65 años; menos aún de las personas institucionalizadas. Lo que se conoce por estudios hechos en los Estados Unidos en 18 geriátricos es que alrededor de un 8% de las personas residentes allí se mantiene sexualmente activo. Sin embargo, un estudio hecho a fines de los años ´70 con 63 personas institucionalizadas halló que el 90% de estos ancianos refiere tener sueños, fantasías y deseos sexuales.

Durante su vida las personas pueden adaptarse a sus nuevas capacidades, o bien su sexualidad puede apagarse o –en un pequeño número de casos– exacerbarse, especialmente en hombres a los que la idea de envejecer y enfermarse desespera.

Uno de los trabajos más importantes realizados en la Argentina sobre este tema es del doctor Daniel Matusevich, psiquiatra jefe de la Sala de Internación del servicio de Psicopatología del Hospital Italiano de Buenos Aires, en el que aseguró que "la sexualidad es uno de los aspectos donde más se discrimina a la persona, especialmente a quienes padecen demencias".

"Ni la edad ni las demencias son necesariamente un impedimento para ejercer la sexualidad, pero como estos son factores que transforman la identidad de la persona, la sexualidad también se transforma", explicó.

Si bien es imposible predecir cómo incidirá una enfermedad crónica en la vida de la pareja, "uno de los factores más frecuentes de decaimiento de la sexualidad en las personas se da cuando se enferma su pareja, y más aún, por supuesto, al enviudar", destacó Schapira en referencia a su experiencia clínica. Eso, sin embargo, no implica una pérdida definitiva: "Hemos tenido casos de residentes que volvieron a formar pareja dentro de la institución, y está claro que recuperan esa capacidad".

Mientras se pueda sortear el embate de las enfermedades crónicas, la capacidad de cultivar el impulso sexual a lo largo de la vida favorecerá sin duda el poder de mantenerlo en la vejez. Pero –según el profesional- redefinir la intimidad es todo un trabajo, en el que deben ser tenidos en cuenta los deseos y las necesidades de las dos partes. Cuando una persona empieza a tener dificultades cognitivas, se alteran, por ejemplo, los modos en que busca placer, y su pareja deberá entenderlo y asumir un rol más activo. Esa redefinición es un difícil arte, en el que también influyen las ideas sobre la sexualidad masculina y femenina de cada generación. No hay que olvidar que los que hoy tienen 70 años incorporaron los valores de género de mitad del siglo pasado, muy diferentes de los actuales.

La falta de privacidad, la actitud negativa de parte de las personas que los tienen bajo su cuidado, la falta de compañero o de compañera, las disfunciones sexuales, el deterioro cognitivo y también la falta de comprensión por parte de la familia son las barreras que en la mayoría de las instituciones dificultan la expresión de la sexualidad de los mayores en un sentido amplio.

Schapira advirtió que las personas que estén a cargo del cuidado de los adultos deben evitar las actitudes represivas, pero también el tratarlos como niños: "No hay que olvidar que se trata de personas adultas, a las que ciertas formas de contacto físico pueden producirles agrado o una gran incomodidad. Esto no significa que deban guardar distancia, tratarlos con indiferencia o evitar todo contacto. Pero deben tener en cuenta que son adultos; es simplemente una cuestión de respeto", finalizó.

Fuente: Infobae