Inglaterra ingresa a la Segunda Guerra Mundial. La tensión del conflicto internacional ampara otras discusiones que se dan puertas adentro, entre el escritor C.S. Lewis y Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis invita al autor de Las Crónicas de Narnia para comprender por qué alguien que ha sido ateo toda su vida, es capaz de abrazar el cristianismo de un modo tardío.

La última sesión de Freud es la obra escrita por Mark St. Germain que relata el hipotético encuentro entre los dos intelectuales. Está protagonizada por Luis Suárez, en el papel de un Freud con un cáncer avanzado, y Luis Machín, como el eminente literato de Oxford que se atreve a desafiar al analista en su despacho.

Con textos adaptados y dirigidos por Daniel Veronese, el espectáculo se presenta en el teatro La Comedia, Mitre y Cortada Ricardone, este viernes a las 21, y el sábado con dos funciones: a las 21 y a las 23.

“Es una obra pensada para todos los públicos, no sólo orientada a personas relacionadas con el psicoanálisis o ligadas a un público intelectual o leído. Es una obra muy entendible donde la emocionalidad está a flor de piel”, afirma Luis Machín en A Diario (Radio Dos).

Los dos personajes sostienen cosmovisiones bien diferentes y argumentan -a su turno- sobre la existencia de Dios, la vida y la homosexualidad, entre otros tópicos. “Los vínculos, las ideas; está todo condensado en una discusión de alto voltaje”, adelanta Machín.

“No se sabe si el encuentro existió, pero sí es un dato que en un tiempo Freud solía tener encuentros con personalidades con posiciones opuestas o distintas sobre diversos temas”, completa el actor.

Machín revela una formación religiosa previa –durante su adolescencia- y también una terapia psicoanalítica a cuestas, pero aclara que esos antecedentes no son condicionantes ni para él como intérprete, ni para el espectador.

“Por supuesto que hay ciertos términos y situaciones que las personas que se analizan entienden de otro modo, pero no son excluyentes. Por otro lado, si tuviera que someterme a la experiencia de cada personaje para alcanzarlo, a esta altura, estaría loco”.

“Hemos notado que el público se ríe pese a que no es una comedia. Hay momentos de la obra que son profundos y hasta angustiantes, y la risa es la manera de escape que encuentra la gente. Sucede que se ponen en juego dos posiciones muy filosas que, por momentos, producen hilaridad”.

El duelo verbal es también la puesta en escena de dos estrategias discusivas bien distintas, un cruce entre la intelección freudiana y “cierta manera de discutir” a cuenta de Lewis.

La última sesión de Freud se estrenó el pasado enero en los escenarios porteños y las tres funciones previstas para la ciudad son las únicas que el elenco realiza fuera de ese circuito.

“Me gusta traer las obras a Rosario, es la ciudad donde nací, donde están mis afectos. Y también es bueno para la gente que vive acá y que me vio nacer como actor”, señala Machín.