La dieta mediterránea, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010, se ha erigido como el gran paradigma de alimentación equilibrada. Su pirámide nos recuerda que la fruta, la verdura, los cereales, el aceite de oliva y los frutos secos deben ser protagonistas diarios de nuestra comida. No obstante, las bebidas dulces, la carne roja, los fritos o los productos de panadería irrumpen con fuerza en los hábitos alimentarios de muchas personas de los países desarrollados.

Si a ello se le suma un déficit de actividad física y las particularidades genómicas de cada uno que aconsejan una alimentación personalizada, pueden surgir, y lo hacen de forma bastante generalizada en sociedades como la española, enfermedades relacionadas con la nutrición, como pueden ser la obesidad, patologías cardiovasculares o la diabetes de tipo 2, que están motivando muchos estudios de Nutrigenética y Nutrigenómica.

Como destaca Eugenomic, centro de asesoramiento en medicina personalizada genómica, el riesgo a sufrir algunas enfermedades o la respuesta positiva o negativa que un paciente puede experimentar al tomar un medicamento viene determinado por sus polimorfimos genéticos, es decir, por el 0.1% de diferencias genéticas que el genoma de cada persona tiene respecto a los demás, motivo por el que algunas personas pueden codificar de formas distintas determinadas enzimas, determinados fármacos, o algunos de los principios activos o componentes de los alimentos.

Las recomendaciones nutricionales generales dirigidas a la sociedad (desde el punto de vista de la salud pública) son aquellas que producen un beneficio óptimo a la mayoría de la población. Sin embargo, puede haber un subgrupo de personas que no respondan de la misma manera que la mayoría. Así podremos concluir que una dieta supuestamente saludable para la población general, puede no serlo para determinadas personas. Por ello, "las recomendaciones nutricionales dirigidas al individuo deberán tener en cuenta su perfil genético y ser por tanto personalizadas", apunta David de Lorenzo, experto en Nutrigenómica.

En definitiva, los avances tecnológicos que ocurren de manera paralela en nutrición y genética han dado origen a una nueva rama científica, la genómica nutricional, encargada de las interacciones entre los nutrientes y los genes, ya sea en su expresión o en su modulación. Estos nuevos conceptos, sin duda alguna, rompen paradigmas de dieta y morbilidad y dan lugar a nuevas evidencias respecto a la influencia de unos sobre otros, para producir estados de salud o de enfermedad. Pero quizás lo más interesante es que está cambiando la perspectiva de alimentación ideal para la población, de forma que cada persona puede beneficiarse de individualizarle sus requerimientos personales “a la medida de sus genes”.

Fuente: Noticias de la Ciencia y la Tecnología