La meta de que todos los adolescentes accedan a la educación media, independientemente del sector social del cual provengan, está cada vez más presente en América Latina. Cuando se analizan las tasas de escolarización en América Latina las diferencias que existen entre los distintos países dan cuenta de la capacidad que estos han tenido de integrar a sus sectores más empobrecidos a la vida educativa y ciudadana.

Los análisis que se desprenden de las Encuestas permanentes de Hogares de 16 países de América Latina ponen en evidencia cómo se van conformando escenarios heterogéneos en la región donde el principal desafío es que los sectores más desfavorecidos de las sociedad logren incorporarse a la escuela.

Los sectores sociales más acomodados en cambio, se encuentran integrados al sistema educativo sea cual sea su país de pertenencia. Más allá del grado de desarrollo que en estas naciones prevalezca, la gran mayoría de los adolescentes de los sectores sociales acomodados han podido acceder a la educación en el momento en que estaba previsto. La historia de la escuela secundaria, asociada más a la selección que a la inclusión, se pone en evidencia en su capacidad de integrar a estos grupos sociales independientemente de las características del lugar donde
vivan. La escuela parece estar diseñada para ellos.
Es por ello que la heterogeneidad en las tasas de escolarización podría ser leída como un relato de la manera en que se han ido integrando los distintos grupos sociales a la tradición educativa de cada país. En algunos casos existieron sistemas educativos expandidos tempranamente, con acceso de distintos sectores sociales a la educación, constituyendo sociedades integradas. En otros casos una expansión reciente y desigualdades internas importantes, o expansiones tardías pero con menores desigualdades internas.
Los adolescentes provenientes de los sectores más desfavorecidos (en este caso definidos como los hogares con capital educativo bajo) han tenido distintos condicionantes en su acceso a la educación media en la región. Esto se expresa en el nivel de la tasa neta de escolarización secundaria que varía entre 23,4% y 72,5%. Según el país en que se habite, la probabilidad de acceso del mismo grupo social a la escuela secundaria varía enormemente. En el lado contrario, la historia de los sectores sociales acomodados de América Latina tiene rasgos comunes entre países. El destino de los adolescentes es bastante similar más allá de las fronteras. La probabilidad de que un adolescente proveniente de hogares con capital educativo alto acceda al nivel medio es muy alta en cualquier país que se analice. La gran mayoría se ubican por encima del 80% y la mitad superan el 90%. Estos sectores tienen semejanzas entre sí, aquí las fronteras nacionales son menos precisas. Tanto centrando la atención en el desarrollo de la educación media (que siempre contempló su incorporación) como haciéndolo en la disponibilidad de recursos propios (lo cual posibilita el acceso a la oferta privada) estos sectores acceden a la educación secundaria a lo largo de la región. la escolarización de los adolescentes de capital educativo bajo es sumamente
variable según los países.
La pertenencia a los grupos sociales acomodados determina una probabilidad alta de
escolarización más allá de cual sea el país. La pertenencia a los sectores sociales más
desfavorecidos implica que existirán distintas probabilidades de escolarización según cual sea el país de referencia.
¿Es entonces la escolarización de los sectores sociales más empobrecidos la que da cuenta de los distintos niveles en la asistencia del país? Esta relación puede apreciarse claramente al hacer la correlación entre la tasa neta de escolarización secundaria total de cada país y la tasa correspondiente a los hogares con distintos capitales educativos. Así, la correlación lineal más alta es la correspondiente a los hogares con capital educativo bajo. La tasa de escolarización de cada país refleja a la situación de los sectores más pobres más que la de los medios, y mucho más aún que la de los altos.
Las altas tasas netas de asistencia al nivel secundario se corresponden con países dónde los
adolescentes que provienen de sectores bajos están en altas proporciones incorporados al
sistema educativo. Los países que no han podido incorporar a sus sectores más bajos por el
contrario, son los países cuyas tasas de escolarización son menores. Teniendo en cuenta lo que ya hemos dicho, que los sectores altos siempre tienen una escolarización masiva, es la capacidad de incorporar a los primeros entonces la que explican las diferencias entre países.

En América Latina está cada vez más presente como objetivo la extensión de los años de
escolaridad obligatoria; el hecho que los adolescentes asistan a la escuela secundaria y que
además obtengan una educación de calidad y se gradúen. Este objetivo se observa tanto como expresión de demandas existentes en la sociedad y en el debate educativo, como desde su presencia en distintas leyes educativas, en las normas y en diferentes programas.
A pesar de esto, como se ha señalado a lo largo del texto, la posibilidad de cumplir con esta meta depende de la capacidad de los sistemas educativos de poder incorporar a los sectores sociales más desfavorecidos a la escuela. Los sectores altos, tanto desde la expansión de la educación pública como desde la posibilidad del acceso a la educación privada tienen en general la posibilidad de acceso garantizada.
Frente a la constatación de que el alcance de las metas depende de la incorporación de los
sectores más empobrecidos a la vida educativa, se plantea como interrogante de qué manera y con qué estrategias debería pensarse la inclusión masiva de estos sectores.
Durante la primera parte de los años 2000 el aumento en la asistencia al nivel secundario ha sido menor al que se produjo durante la década de 1990. La disminución del ritmo de crecimiento da cuenta de una dificultad. El problema adquiere una complejidad mayor cuando se observa que el crecimiento se desacelera en algunos países cuando todavía los techos en la escolarización se mantienen bajos. Aquí se evidencia un endurecimiento de las metas cuando no se ha conseguido alcanzar aún la masividad.
Avanzar en la universalización de la educación media implica resolver este problema estructural. Significa repensar de qué manera puede lograrse la incorporación masiva a la escuela de un grupo social que quizás no es para el que esta ha sido diseñada. El esfuerzo necesario para alcanzar las metas es entonces cada vez mayor y precisa de un análisis de la relación entre el contexto social y los sistemas educativos. La pregunta que queda planteada es cuál es el grado de ajuste que existe entre la propuesta educativa en la que se enmarcan las prácticas en una escuela determinada y el contexto social en el que operan. El identificar cuáles son los factores que obstaculizan la práctica educativa en esta doble mirada entre el sistema educativo y el contexto social seguramente permitirá avanzar en la disminución de las brechas sociales.
A modo de cierre, cabe una reflexión que surge cuando se observan los mapas presentados en este texto. Queda planteado allí el interrogante sobre si no será la escuela uno de los mecanismos que, desde el inicio de la vida de las nuevas generaciones, irá configurando una sociedad con distintas lógicas de movimiento y apropiación sobre el espacio.
Por un lado algunos serán actores de una sociedad globalizada, interconectada en el espacio de los flujos, despojados del territorio. Los segundos, carentes de recursos propios y con mayores dificultades para transitar sobre las distancias y para poder apropiarse de los recursos, quedan dependiendo de lo local, atados a las posibilidades que le ofrece el lugar en que les tocó nacer, con una historia de oportunidades signada por lo que esté contenido en las fronteras de su contigüidad física .

Fuente: SITEAL