El caso de la adolescente de 16 años que por perforarse la lengua no puede hablar y come con dificultad puso de relieve que la ordenanza municipal que establece que los jóvenes menores de 18 años deben estar autorizados por sus padres para realizarse un piercing no se cumple en Rosario. Es que, sin exhibir su DNI, la menor accedió en un local céntrico al soñado arito en medio de la lengua.

 

Para Miguel, titular de Skin Lab Tattoo, uno de los tantos locales de tatuajes y piercing de la ciudad, “el principal problema a la hora de realizar una intervención de ese tipo es que los menores se acercan muchas veces con autorizaciones falsificadas”. “En lo personal prefiero trabajar cuando vienen acompañados de sus padres al negocio, para poder explicarle en que consiste y cómo son las maneras de cuidarlo. También lo hago si traen autorización de madre y padre, DNI en mano y fotocopias de los documentos de sus padres y madres”, explicó Miguel.

 

Según un proyecto del concejal Arturo Gandolla, aprobado el jueves pasado en el Concejo Municipal, en el caso de los locales de piercing y tatuajes, a partir de ahora deberán respetar una serie de normas de salubridad y no podrán tener clientes menores de 18 años sin autorización de sus padres. También necesitarán contar con un certificado de capacitación oficial. Si no se cumplen estas reglas, los locales podrán recibir multas que van desde los 300 a los 950 pesos.

 

Consultado acerca de este tema el tatuador señaló que “ni en el país ni en la ciudad existen personas idóneas para hacer las inspecciones a estos locales. Como se trata de algo nuevo es complicado controlar y decir de qué forma se debe hacer sin el conocimiento de ese tipo de técnicas”. Sin embargo, remarcó que “los principales problemas surgen cuando el  cuerpo rechaza el ingreso de un elemento extraño en la piel, las defensas corporales pueden rechazarlo y por eso hay inflamación e infección”.

 

En este sentido, Miguel aconsejó “el uso de acero quirúrgico en lugar de acero inoxidable y si existen signos de infección lo mejor es retirar el aro a tiempo para tratar de curar la zona y volver a intentar más adelante”.

 

Clavar en la epidermis o en la propia carne la impresión indeleble de un tatuaje o un piercing se remonta a la antigüedad. Fueron muchos los pueblos que a lo largo la historia marcaron su piel no tanto como sinónimo de transgresión sino de integración social.

 

Para Miguel, no existen diferencias de clases ni de edad a la hora de lanzarse a la experiencia de dejar rastros, marcas, señas engarzadas en el cuerpo. “Aunque los jóvenes son los mayores adeptos, el público es variado y puedo contar que me tocó hacer una perforación a un hombre de 60 años”, relata.

 

Según el ránking de su propio local, Miguel apuntó que “el número uno es el arito en  el ombligo y el segundo el de la lengua, todo un clásico”. “Recién después le siguen las cejas, arriba del labio a modo de lunar, en la oreja, el mentón”, concluyó.