Virginia Giacosa

Toda una tendencia en Estados Unidos y Europa el tupper sex recién se hizo conocer en el país y ya puja por un lugar en Rosario. La forma de venta de este tipo de productos remite sin duda a las clásicas reuniones de mujeres en torno a las ollas Essen, los recipientes plásticos de Tupperware o los cosméticos de Mary Kay.

A diferencia de aquellos objetos, ahora son los de los sex shop los que llegan a las casas particulares. Pero la modalidad es la misma: una anfitriona convoca a las demás participantes, abre las puertas de su hogar, sirve una infusión y se lleva un producto por el 14 por ciento de las ventas realizadas en la reunión.

El sex shop a domicilio llegó a la ciudad. Y Rosario3.com se metió en el living de una casa donde un grupo de mujeres sentadas en círculo pudieron ver, oler, palpar y probarse cremas para masajes sensuales, perfumes, aceites estimulantes, lencería y juguetes eróticos de la firma argentina "Sexto Sentido". 

El encuentro cabalga entre el sex shopping, la charla de amigas y el consultorio de sexología, ya que no faltan las preguntas y el asesoramiento acerca de los usos más convenientes de los productos.

Como en casa

La reunión estaba convocada a las 19 pero hasta media hora después las participantes no terminaron de llegar. A los apurones, disculpándose por la demora, con carpetas en las manos, bolsos y una de ellas hasta arrastrando un bebé de alrededor de un año, las mujeres arribaron a la ¿primera? reunión de tupper sex que se hizo en la ciudad.

En un entorno relajado, sentadas en canastita en el centro del living de la anfitriona, una docena de mujeres de entre 27 y 35 años –médicas, psicólogas y periodistas– esperaba atenta la apertura de la valija roja de la que la consultora empezó a desplegar los objetos.

“Comenzamos con la línea de cosmética pero una vez que se consolidó las clientas nos pidieron otras cosas. Entonces, diversificamos los productos y ahora ofrecemos ropa íntima, vibradores, plumas y palmetas”, contó Laura Fleishman, psicóloga y titular del emprendimiento "Sexto Sentido".

De a poco la mesa ratona empezó a cambiar de aspecto. Cubierta con un paño rojo sirvió de soporte para la exhibición de los objetos eróticos que cada una de las participantes miraba con una mezcla de intriga, deseo y asombro.

“La idea es incorporar un poco más de placer en la vida cotidiana para reavivar la pareja y salir de la rutina. Los productos cuentan con una estética muy cuidada y no da vergüenza tenerlos en casa”, apuntó Laura.

Después de dar comienzo al encuentro la titular de "Sexto Sentido" remarcó que “una de las excusas para visitar la ciudad es la búsqueda de una líder de ventas”. Y abundó: “Las mujeres que trabajan en esto lo hacen con un esquema de horarios flexibles. Y es una buena salida laboral para muchas desocupadas”.

Objetos de deseo

Los primeros productos en salir a escena fueron los de la línea de cosmética. Gel de baño (de 30 pesos), aceites (35 pesos) y perfumes a base de feromonas (45 pesos). “Las feromonas son sustancias químicas que emana el organismo y una de las funciones fundamentales tienen lugar en la atracción sexual”, contó Laura.

Ante la pequeña introducción los envases empezaron a circular en la ronda y todas las chicas probaron, olieron y se frotaron con los productos. “¿Y sirven para atraer a todos los del sexo opuesto o al que a una le gusta más?”, preguntó una de las chicas entre risas.

El ungüento que más cautivó la atención y las compras de la reunión rosarina fue el de extracto de maca que se utiliza para masajes sensuales en todo el cuerpo. Conocida también como el ginseng de los Andes o el viagra de los Incas, la maca sirve para aumentar el vigor y la energía sexual. El color es un verde claro, el aroma es como de hierbas y unas cuatro mujeres se inclinaron por este producto que cuesta 30 pesos.

La lencería capturó las miradas y dio el puntapié para que las más osadas se animaran a probar alguna prenda íntima y a hacer una pasadita delante de las demás. Culotes (30 pesos), tangas mínimas con un tajo en el medio (35 pesos), corpiños de encaje, baby doll con transparencias (65 pesos) y tangas con tiritas a los costados prestas a soltarse para un strip teasse, arrancaron los comentarios más audaces y desenfadados. “Por ahora no tengo con quién usarlo, pero igual me lo compro para tenerlo a mano. Una nunca sabe”, lanzó una de las chicas.

Por último, llegaron los chiches eróticos que rondan entre 40 y 50 pesos. De mano en mano pasaron los vibradores que a diferencia de los que se encuentran en los sex shops tradicionales tienen otra forma: son de silicona, colores pasteles y llegan en una presentación más cuidada. "Vienen con formas de pulpitos, dedo, bala y lápiz labial. Por lo tanto, no hace falta camuflarlos de los más chicos", indicó Laura.

Después de unas dos horas la reunión terminó y cada una metió con esfuerzo en las carteras atestadas de cosas del trabajo, ese objeto preciado con el que esa noche seguro esperaban sorprender. Todas se despidieron hasta la próxima.