Ariel, un vecino de la ciudad contó en A Diario (Radio2) el episodio del que fue víctima el viernes pasado junto a su mujer e hijo cuando se dirigían a una reunión familiar. Un delincuente lo abordó a punta de pistola mientras esperaba estacionado frente a su casa a su esposa que había regresado a buscar unos regalos. En el asiento de atrás se encontraba su niño de siete años.

La billetera, los obsequios familiares y algunas pulseras de su señora fueron los objetos que le robaron a Ariel, pero lo que más le dolió fue haber perdido la tranquilidad.

"Lo que me robaron fue la tranquilidad", lamentó y añadió: "Era una cuestión estadística, sabía que me iba a pasar. A mi mujer le robaron la semana pasada, hace dos meses a mi cuñado".

Para Ariel ser asaltado era sólo cuestión de tiempo; ya sus cuñados, amigos y hermana pasaron por lo mismo hacía poco.

"No estoy ni en el mejor ni el peor de los barrios, era lógico que me fuera a pasar en algún momento", enfatizó y aclaró que no siente ni enojo, ni paranoia ni temor, sino tristeza: "Estoy triste porque sabía que iba a suceder, hay cosas hermosas en nuestra ciduad pero hay cuestiones pendientes que nadie hace acuso de recibo".

Finalmente, felicitó el buen trato de la policía pero puso en cuestión los procedimientos: "Llegás, hacés el expediente con un número, tardás media hora. Es imposible que se solucione nada de ese modo. El móvil de la seccional estaba ocupado en un tema de tránsito, todavía tienen impresora de punto. No te digo que sean la NASA, pero... ¿ qué tengo que esperar, que sea una tragedia? Y si es una tragedia, ¿qué van a hacer?".