Debe ser un récord. Los concejales rosarinos, quienes este jueves salieron del Palacio Vasallo para instalarse en el Distrito Oeste, apenas si debatieron poco más de una hora. La reunión, que comenzó a las 12 y terminó cerca de las 13.15, contó con muy poco apoyo de los vecinos.

Este año del Concejo en los barrios, programa que propone una "gira" de los ediles por diferentes zonas de la ciudad para regocer y dar respuesta a inquietudes de los vecinos, no parece tener el éxito del primero. De acuerdo a un informe del periodista Ariel Borderi, en esta reunión se presentaron 243 proyectos para tratar, contra los más de 400 que se habían presentado el año pasado.

Entre los pocos proyectos presetnados por los vecinos de la zona oeste y aceptados por el cuerpo había reclamos para mejorar la frecuencia de los colectivos y además para cambios de recorrido, también pedidos para desratización y zanjeo, se reclamaron pequeñas obras públicas, mayor amplitud en los horarios de atención de los centros de salud de la zona.

En ese marco, el concejal Jorge Boasso hizo enojar al presidente del cuerpo Miguel Zamarini, al quejarse de la forma en que se le da participación a los vecinos. "La participación sin respuesta es un engaño. Yo quiero participación con respuesta", aseguró el edil Jorge Boasso, quien sostuvo a Radio 2 que "el 65 por ciento de aprobado en la última sesion de este distrito no fue contestado". Postura que fue, lógicamente, opuesta a la de Zamarini, quien defendió el programa del Concejo en los barrios aunque admitió que habría que mejorar los mecanismos de participación.

La iniciativa del Concejo en los Barrios surgió para que los ediles se acerquen a los vecinos y puedan vehiculizar sus iniciativas. En el primer año la participación fue realmente importante, pero ahora parece haberse desinflado.
Esta vez, en el Distrito Oeste, en las reuniones de comisión eran más los asesores que los ediles. Y hasta hubo comisiones sin temario, como Producción y Derechos Humanos.

¿Por qué? Entre los concejales son muchos los que creen que uno de los problemas que desalentó a la gente es que muchas de las iniciativas aprobadas el año pasado eran para realizar estudios de factibilidad –análisis para determinar si se puede realizar tal o cual obra– que nunca se hicieron. Mencionaron, por ejemplo, la presentación por tercera vez –ya fue aprobado las dos anteriores– de una iniciativa para que se realice un estudio de factibilidad para la construcción de una bicisenda. Y así, es lógico que el escepticismo gane terreno.