Las reiteradas quejas de los automovilistas rosarinos por las tarifas que manejan los cuidacoches en distintos sectores de la ciudad suman un argumento más para que la Municipalidad tome cartas en el asunto: ahora también los turistas hicieron oír su voz por lo que consideran un abuso, que a veces aparece también relacionado a agresiones, al menos verbales.

Según denunció por Radio 2 Cármen, una porteña que se encontraba de visita en los últimos días en Rosario, sufrió un “apriete” de parte de un cuidador del parque Independencia cuando quiso dejar su auto sobre bulevar Oroño el último fin de semana.

La mujer, que se encontraba junto a su esposo, relató que apenas estacionaron se le acercó “un hombre que no tenia buen aspecto y que aparentemente estaba borracho”. “Me tenés que pagar tres pesos”, contó Cármen que la increpó el cuidacoches.

Y ante la negativa de la pareja, al encontrarse en un lugar de estacionamiento libre, el sujeto les pidió de muy mala manera que retiren el auto de ese lugar. “Nos fuimos por miedo a que le haga algún daño al auto”, concluyó la turista.

Consultado sobre la problemática, el presidente de la Cámara de Estaciones de Servicio, Garages y Afines, Rubén Fernández, destacó que “el crecimiento del parque automotor hizo que la ciudad no tenga un buen diagrama para el estacionamiento”.

“Como entidad hablamos con la Municipalidad para manifestarle nuestra preocupación. Si se implementa el estacionamiento medido, debería controlarse también a todos los que trabajan en el rubro sin ninguna habilitación”, agregó Fernández, quien dijo desconocer que se esté estudiando alguna medida al respecto.

Los cuidacoches aseguran que la policía los “manguea”

Por su parte, Enrique, fue la voz de los trabajadores informales de los estacionamientos de la calle en medio de la polémica que se desató sobre los tratos y tarifas que manejan para los automovilistas.

“La recaudación depende del día, pero a veces hacemos un manguito. Pero pasa la policía y nos manguea, y nadie habla de eso”, denunció el cuidacoches, quien preservó la zona donde realiza sus tareas. “Los fines de semana, la Patrulla Urbana hace más moneda que nosotros”, añadió.

“Ojalá pudiéramos dedicarnos a otra cosa, pero los muchachos que trabajamos en la calle nos ganamos el mango para mantener a la familia”, explicó Quique, al tiempo que extendió a la Municipalidad su deseo de desempeñarse con todas las de la ley: “Ojalá nos de una credencial y podamos cuidar los coches legalmente”, expresó.

El muchacho también se esmeró en aclarar que los cuidacoches no son “todos iguales” en cuanto a la forma de proceder con sus “clientes”. “Ahora, que viene mucha gente de afuera, algunos aprovechan y se zarpan, son unos giles, pero no somos todos iguales”, consideró.